Page 175 - Libro Orgullo y Prejuicio
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habitaciones  podrían  ahora  ser  las  mías!  ¡En  lugar  de  visitarlas  como  una
      forastera, podría disfrutarlas y recibir en ellas la visita de mis tíos! Pero no —
      repuso  recobrándose—,  no  habría  sido  posible,  hubiese  tenido  que  renunciar  a
      mis tíos; no se me hubiese permitido invitarlos.»
        Esto la reanimó y la salvó de algo parecido al arrepentimiento.
        Quería averiguar por el ama de llaves si su amo estaba de veras ausente, pero
      le faltaba valor. Por fin fue su tío el que hizo la pregunta y Elizabeth se volvió
      asustada cuando la señora Reynolds dijo que sí, añadiendo:
        —Pero le esperamos mañana. Va a venir con muchos amigos.
        Elizabeth  se  alegró  de  que  su  viaje  no  se  hubiese  aplazado  un  día  por
      cualquier circunstancia.
        Su tía la llamó para que viese un cuadro. Elizabeth se acercó y vio un retrato
      de Wickham encima de la repisa de la chimenea entre otras miniaturas. Su tía le
      preguntó sonriente qué le parecía. El ama de llaves vino a decirles que aquel era
      una joven hijo del último administrador de su señor, educado por éste a expensas
      suyas.
        —Ahora ha entrado en el ejército —añadió— y creo que es un bala perdida.
        La  señora  Gardiner  miró  a  su  sobrina  con  una  sonrisa,  pero  Elizabeth  se
      quedó muy seria.
        —Y éste —dijo la señora Reynolds indicando otra de las miniaturas— es mi
      amo, y está muy parecido. Lo pintaron al mismo tiempo que el otro, hará unos
      ocho años.
        —He  oído  hablar  mucho  de  la  distinción  de  su  amo  —replicó  la  señora
      Gardiner  contemplando  el  retrato—,  es  guapo.  Elizabeth,  dime  si  está  o  no
      parecido.
        El respeto de la señora Reynolds hacia Elizabeth pareció aumentar al ver que
      conocía a su señor.
        —¿Conoce la señorita al señor Darcy?
        Elizabeth se sonrojó y respondió:
        —Un poco.
        —¿Y no cree la señorita que es un caballero muy apuesto?
        —Sí, muy guapo.
        —Juraría que  es  el  más  guapo que  he  visto;  pero en  la  galería  del  piso de
      arriba  verán  ustedes  un  retrato  suyo  mejor  y  más  grande.  Este  cuarto  era  el
      favorito de mi anterior señor, y estas miniaturas están tal y como estaban en vida
      suya. Le gustaban mucho.
        Elizabeth se explicó entonces porque estaba entre ellas la de Wickham.
        La  señora  Reynolds  les  enseñó  entonces  un  retrato  de  la  señorita  Darcy,
      pintado cuando sólo tenía ocho años.
        —¿Y la señorita Darcy es tan guapa como su hermano?
        —¡Oh, sí! ¡Es la joven más bella que se haya visto jamás! ¡Y tan aplicada!
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