Page 36 - Libro Orgullo y Prejuicio
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la más joven de sus hijas se adelantó para decir algo. Las dos muchachitas
habían estado cuchicheando durante toda la visita, y el resultado de ello fue que
la más joven debía recordarle al señor Bingley que cuando vino al campo por
primera vez había prometido dar un baile en Netherfield.
Lydia era fuerte, muy crecida para tener quince años, tenía buena figura y
un carácter muy alegre. Era la favorita de su madre que por el amor que le tenía
la había presentado en sociedad a una edad muy temprana. Era muy impulsiva y
se daba mucha importancia, lo que había aumentado con las atenciones que
recibía de los oficiales, a lo que las cenas de su tía y sus modales sencillos
contribuían. Por lo tanto, era la más adecuada para dirigirse a Bingley y
recordarle su promesa; añadiendo que sería una vergüenza ante el mundo si no lo
mantenía. Su respuesta a este repentino ataque fue encantadora a los oídos de la
señora Bennet.
—Le aseguro que estoy dispuesto a mantener mi compromiso, en cuanto su
hermana esté bien; usted misma, si gusta, podrá señalar la fecha del baile: No
querrá estar bailando mientras su hermana está enferma.
Lydia se dio por satisfecha:
—¡Oh! Sí, será mucho mejor esperar a que Jane esté bien; y para entonces lo
más seguro es que el capitán Carter estará de nuevo en Meryton. Y cuando usted
haya dado su baile —agregó—, insistiré para que den también uno ellos. Le diré
al coronel Forster que sería lamentable que no lo hiciese.
Por fin la señora Bennet y sus hijas se fueron, y Elizabeth volvió al instante
con Jane, dejando que las dos damas y el señor Darcy hiciesen sus comentarios
acerca de su comportamiento y el de su familia. Sin embargo, Darcy no pudo
compartir con los demás la censura hacia Elizabeth, a pesar de la agudeza de la
señorita Bingley al hacer chistes sobre ojos bonitos.