Page 51 - Libro Orgullo y Prejuicio
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jóvenes,  es  que  he  venido  dispuesto  a  admirarlas.  De  momento,  no  diré  más,
      pero quizá, cuando nos conozcamos mejor…
        Le  interrumpieron  para  invitarle  a  pasar  al  comedor;  y  las  muchachas  se
      sonrieron entre sí. No sólo ellas fueron objeto de admiración del señor Collins:
      examinó  y  elogió  el  vestíbulo,  el  comedor  y  todo  el  mobiliario;  y  las
      ponderaciones que de todo hacía, habrían llegado al corazón de la señora Bennet,
      si no fuese porque se mortificaba pensando que Collins veía todo aquello como su
      futura  propiedad.  También  elogió  la  cena  y  suplicó  se  le  dijera  a  cuál  de  sus
      hermosas  primas  correspondía  el  mérito  de  haberla  preparado.  Pero  aquí,  la
      señora  Bennet  le  atajó  sin  miramiento  diciéndole  que  sus  medios  le  permitían
      tener una buena cocinera y que sus hijas no tenían nada que hacer en la cocina.
      Él se disculpó por haberla molestado y ella, en tono muy suave, le dijo que no
      estaba nada ofendida. Pero Collins continuó excusándose casi durante un cuarto
      de hora.
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