Page 14 - MANIFIESTO DEL SOCIALISMO NUEVO
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MANIFIESTO  DEl SOCIALISMO NUEVO








                 7. EN NUESTROS DIAS




        Hoy, en el crepúsculo de una época que declina, en el asolamiento del mundo por la clase supranacional, las corporaciones planetarias y sus
        ejércitos, se exige abrir paso a un mundo nuevo regido por la justicia. Siendo el trabajo la base de lo existente, pues todo lo construido proviene
        de las manos, la mente y la vida, hoy es azotado por la desocupación, la segmentación de las capacidades, la explosión de la personalidad obrera,
        las nuevas jerarquías laborales y la sustitución por las máquinas cibertécnicas.

        Hoy, la pesadilla del hambre ronda el planeta y parece volverse realidad el sueño común a los déspotas y los sirvientes: la suplantación de los
        trabajadores por autómatas. De tal modo, desaparecería el peligro de las rebeliones contra los amos y los esclavos no harían mayor esfuerzo
        para sobrevivir. Pero dado que carecen de medios de producción propios, los trabajadores salen perdiendo. Para sostenerse sobre la tierra, el
        trabajo ha de convertir el mundo en una casa habitable por la humanidad.

        Hoy, el devenir del mundo cierra su ciclo moderno y se inicia una nueva era. La historia universal se ha echado a andar de nuevo, otras fuerzas
        comparecen en su escenario y el trabajo debe guiar su destino.

        La nueva época deberá ser la de un mundo del hombre que se encuentra a sí mismo y reconoce al trabajo como fundamento de su existencia,
        como fuente de su esperanza y como fin de su vida.

        Hoy, las batallas sociales se libran en un nuevo escenario. Las luchas por derechos especiales suceden en una trama compleja cuyas fuerzas
        tecnológicas, económicas, organizativas, comunicativas y culturales, sumen en la impotencia a los intereses y la vida particulares.

        Hoy, a los problemas “sociales” se agrega el desajuste entre la especie humana y su medio natural y comienza la muerte prematura del planeta
        por la industrialización irracional y las fuerzas energéticas destructivas.

        Hoy, no sólo se oye el clamor de la esclavitud y la miseria material de millones de pobres. También sufren la conciencia y el espíritu por un
        modo de vida que retrocede al salvajismo. Que en su desconcierto e injusticia cede su lugar a la manipulación, el servilismo, el envilecimiento
        y la ausencia de sentido.  Parece tratarse de una especie que ha roto su relación con el medio, que no sabe conservarse y reproducirse y en su
        locura y desesperación destruye la vida sobre la tierra, víctima de su propia frustración.

        Hoy, por eso, los problemas ya no pueden entenderse con las viejas ideologías. La puerta del futuro ya no es camino seguro hacia el progreso y
        la libertad. Abre el amplio horizonte que conduce a un mundo nuevo o a la barbarie. El mundo actual no marcha por sí solo a la armonía, exige
        la intervención de las fuerzas organizadas portadoras de nuevos modos de vida que pongan el planeta a salvo y liberen al hombre. La reconci-
        liación del hombre con la vida y consigo mismo es la brújula que nos guía.










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        En congruencia con lo anterior, las batallas por la transformación del mundo no pueden ya orientarse por los pequeños objetivos, por logros
        eventuales e intereses menores, sino por los grandes intereses de la historia, el pensamiento, la humanidad y el trabajo universal:

        De la historia como la totalidad del mundo en devenir, el juez supremo de toda evolución social; de la historia viva, no atenazada por el realis-
        mo; de la historia que abriga al pensamiento, base para comprender la existencia y el  horizonte hacia el futuro; de la historia que anida la justi-
        cia y la razón.

        Del pensamiento libre, no del utopismo estéril ni el pragmatismo; no atado a la función intelectiva, sino cargado con los fines, los valores y las
        facultades del hombre; que aprende del devenir y proyecta su visión hacia el futuro para consumar los fines de la humanidad.

        De la humanidad como autor y fin de la existencia, en tanto género que alcanza su fin en sí mismo; no la promesa de humanización, sino el fun-
        damento convertido en acto presente en cada momento de la vida.

        Del trabajo que debe erigirse en praxis universal, libre y constituyente, portadora de la más alta conciencia de la evolución y el porvenir del
        hombre; no el medio de sobrevivencia, el  esfuerzo para consumir o el fardo que se carga sin sentido.
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