Page 11 - MANIFIESTO DEL SOCIALISMO NUEVO
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MANIFIESTO DEL SOCIALISMO NUEVO
2. LA HUMANIDAD ALIENADA
La idealización de la humanidad, viéndola como suma de lo bueno, lo sabio y lo justo, ha sido un recurso de compensación ante la errática evo-
lución del hombre.
Actualmente deja ver su lado oscuro:
Una humanidad envilecida, con raquitismo afectivo y moral, con una familia que es campo de combate psíquico, una existencia sin posición en la
vida nacional, pública e histórica, camina perdida en la selva cotidiana y la red de circuitos comunicativos y consumistas.
Una humanidad dividida entre los opulentos que, además de su instinto de poder, todo poseen, sus sirvientes que sienten la dicha de hincarse,
los miserables que nada tienen y han perdido el espíritu de rebelión, hace germinar el despotismo, la sumisión y la lástima.
Una humanidad que mitiga su miseria espiritual con el oropel de ser la “productora de herramientas”, o la especie técnica envanecida porque
“antes de producir proyecta la idea en su cerebro”, festeja sus engendros tecnológicos que se revierten en contra de la vida sobre la tierra. Como
el niño aprendiz de brujo, es víctima de sus propios conjuros.
Una humanidad envenenada por el placer que le da el ejercicio de sus impulsos y fantasías, sin asumir el deber, los límites y la comprensión del
prójimo. Una humanidad que, con su gigantismo poblacional, ha roto el equilibrio planetario y, de seguir así, tarde o temprano se matará ella
misma por la falta de alimentos.
Una humanidad que, en lugar de ejercer el pensar como su modo fundamental de existencia, usa una mentalidad donde están ausentes el pen-
samiento, la crítica, la reflexión y el valor.
Una humanidad que en sus alucinaciones se proclama “sujeto” social, como si todo dependiera de su voluntad, en su soberbia olvida que sólo
es una parte del mundo; que el pensar, la praxis y la existencia responsable sólo tienen validez en la mesura y la humildad ante al cosmos. Una
humanidad enfangada en la alienación, que concibe las cosas al revés de la verdadera realidad, que ignora las razones de lo que pasa en su ca-
beza y su vida y se siente feliz en la esclavitud, no es la “imagen y la semejanza” de una especie digna de heredar la tierra.
Pero es una humanidad que, a pesar de todo, ha engendrado al trabajador, su hijo imprescindible.
3. EL MUNDO SIN SIGNIFICADO
El mundo, la casa del hombre que el trabajo ha construido, también presenta un panorama deformado, festinado como progresismo, utilitaris-
mo e innovación. Obra de la pujanza humana, se ha transmutado en un pesado fardo que aplasta el transcurrir cotidiano. A cambio de superar
el salvajismo y la barbarie naturales, impuso las cadenas del dominio económico, religioso, militar y científico, y ahora desespera en sus propias
rejas.
Las diferentes premisas de sus concepciones lo muestran: el materialismo, el deísmo, el racionalismo, el cientismo, no pueden dar respuesta
cabal a todos los problemas. La misma imagen del cosmos se ha disuelto en hipótesis carentes de valor probatorio, hasta perder su definición.
Lo cierto es que sus obras, salvo en pocos casos, no responden a la necesidad de dignidad, belleza y justicia; lo cierto es que sus ideologías
predominantes no expresan los ideales de libertad, racionalidad y verdad; lo cierto es que su actividad no es la praxis, aptitud humana con fun-
damentos, valores y fines propios, sino la práctica rutinaria o el cálculo técnico para dominar. Pero es la casa y no admite nuestra indiferencia.