Page 10 - MANIFIESTO DEL SOCIALISMO NUEVO
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MANIFIESTO DEL SOCIALISMO NUEVO





                         II. LA CRISIS ACTUAL





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        Con la memoria recuperada la percepción del presente es más precisa. Con el presente reconocido, la intuición del futuro es más nítida. Este
        saber nos obliga a admitir que buena parte de lo antes visto sólo expresa el plano de los hechos. En el fondo se dibujan las grandes causas.








                 1. LA ENCRUCIJADA DE LA HISTORIA




        La crisis social es el escorzo de una situación crucial de la historia humana, cuya profundidad queda fuera de alcance de las ideologías, las co-
        rrientes políticas y los intereses parciales. Por eso las soluciones aisladas a los problemas de la sociedad civil, de las personas y la política pragmá-
        tica, parecen no tener salida, y cuando la tienen es a costa de la nación y la sociedad general. El fin de una época está a la vista. Sus bases están
        erosionadas y la impotencia intelectual busca hechos repetidos para entenderla y hallar lecciones. Las interpretaciones veían en la historia un
        devenir forzoso hacia el socialismo, la libertad económica o el fascismo, con dirección unilineal, un progreso continuo o un ciclo de decadencia
        inevitable. Nada de eso es cierto.

        La historia no corre en línea recta. Los espejismos sociales hacen creer que se marcha hacia el futuro cuando en realidad se camina hacia el pa-
        sado. Y hacen preferir la seguridad, aunque conduzca al abismo, en lugar de elegir un nuevo porvenircorriendo riesgos.

        La catástrofe del socialismo de control soviético  mostró que el retroceso y la restauración también caben en la historia. Si antes parecía que el
        factor económico o material explicaba todo, hoy la política, la ideología, la cultura, la comunicación, en  dos palabras: la conciencia y la praxis,
        también son fuerzas efectivas.

        Ahora las estructuras y las bases de la convivencia pierden solidez y no se avizora aun una nueva organización con fines claros. Es la señal de
        que atravesamos un verdadero cambio histórico, no un mero cambio “social”. Cuando los cimientos se vuelven polvo, el edificio cruje. La mis-
        ma condición necesaria del mundo, el trabajo, hoy sufre una crisis:  la automatización, su organización, sus fines y alcances, lo cuestionan y lo
        vuelven objeto de utopías que pregonan una nueva esclavitud o una nueva libertad.

        La lucha de clases, antes motor de la evolución, es ahora coexistencia y presión; los partidos obreros revolucionarios del siglo XIX murieron, la
        misión sindical ha sido apropiada por la planeación corporativa y el estado políticamente administrado. La clase trabajadora vive en estado de
        latencia. ¿Será convocada por el devenir para ser vanguardia del cambio?







        En síntesis: una historia que prometía una vida cómoda, feliz y pacífica, hoy obliga a hacer esfuerzos desmedidos para vivir. Una historia que,
        igual a la tragedia antigua, cosecha resultados contrarios a los fines que se propone, indica que padece un mal radical y debe extirparlo.
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