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MANIFIESTO DEL SOCIALISMO NUEVO
4. LA CRISIS DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Al término de una época del devenir histórico se agrega hoy el declive de una civilización que ha buscado la eficiencia y el dominio de la natu-
raleza, guiada por la idolatría de la ciencia y la tecnología usadas sin sentido humano ni responsabilidad.
Una civilización que, motivada por el furor de transformar el mundo, al contraponerse a la naturaleza amenaza la vida del planeta y el destino
del hombre.
Una civilización que, guiada por el mito de la “especie superior” o la “creatura predilecta de dios”, ha crecido artificialmente poniendo en vilo
al campo agrario.
Una civilización que sustituye lo real y auténtico por lo ficticio: el deseo por la necesidad falsa, la sensibilidad estética por la publicidad y la cul-
tura fabricada, la voluntad por la decisión administrativa, el espíritu por la conciencia cínica.
Una civilización que ha sobrepuesto a la potencia productiva, una propiedad esencial del hombre, el consumo destructivo y el disfrute sinsenti-
do.
Una civilización que, encerrada en el ataúd que ella misma va construyendo, oculta el significado político de la ecología, transita ciega y busca
vida en otros planetas mientras la destruye en la tierra.
Pero nada desaparece: donde algo termina algo comienza.
5. EL PLANETA VIVO EN PELIGRO
En estas condiciones, nunca había sido tan patente la verdad de que un éxito presente puede ser un fracaso futuro. Por efecto de intereses
económicos, tecnologías energéticas equivocadas, modos de consumo y adquisición, los negocios ponen en peligro la vida sobre la tierra. La
destrucción del planeta y el fin de la vida, calificados como “desequilibrio ecológico”, están más próximos al término marcado por la propia
evolución del cosmos. El verdadero contenido de la contaminación ambiental, la generación de desechos, la erosión de la tierra fértil, la des-
trucción de ríos, especies, bosques y la atmósfera, la ruptura de la capa de ozono, el sobrecalentamiento del planeta y el cambio climático, es
la desaparición de la vida en aras de los negocios y una especie depredadora.
Lo trucos psicologistas usados para cargar la culpa a las poblaciones descubren a los beneficiarios de la destrucción: los negocios que explotan
los recursos, las fuentes energéticas destructivas y la producción de sustancias nocivas desde hace tres siglos. La ecología, por tanto, no es un
problema técnico, una culpa exclusiva de las personas o pretexto para que los “verdes” alcancen un pedazo de poder sin contaminarse con los
problemas de la vida pública y nacional, sino interés político que apunta a un cambio de civilización.
Y la crisis civilizatoria no es mera cuestión de ingeniería social que se resuelva manipulando la conducta, sino resultado de formas de propiedad,
de producción, de fuentes energéticas y de una ideología que deben sufrir una transformación radical.Es un problema de alta política histórica
cuya solución consiste en cambiar la civilización del dominio por la civilización de la responsabilidad y el respeto a la vida planetaria.