Page 20 - MANIFIESTO DEL SOCIALISMO NUEVO
P. 20
MANIFIESTO DEL SOCIALISMO NUEVO
2. BASES GENERALES
EL SOCIALISMO, FUERZA HISTORICA
El devenir social del siglo XX ha mostrado que en él no sólo intervienen los intereses y luchas de grupos o clases. Hay un escenario histórico
complejo donde cada fuerza despliega sus propósitos. Para abrir camino al futuro se necesita, por tanto, tomar dicho escenario como referencia.
Debe insistirse. El socialismo no es un invento de Marx, Lenin o los partidos socialistas. No es la sociedad “real” cuyos logros fueron pretexto para
imponer la censura y reprimir la disidencia en la sociedad y los partidos socialistas. No es el “ideal” que ahora es refugio para la frustración de
los comunistas. Es un acontecer histórico.
El socialismo encarna al trabajo que busca constituir su modo de vida, y por ser éste una expresión esencial de la humanidad puede llevarla a su
más alto destino. Esa es su misión. Como una rama del árbol de la historia, no es propiedad europea sino hecho universal que puede gestarse
con rasgos propios en cualquier parte. No es patente de los partidos, sino resultante de la marcha humana que con su rebelión reclama ocupar
el lugar que le corresponde. Por eso, su concepción, sus modos de lucha, sus aspiraciones e ideales, deben estar a la altura de su misión histórica
sin atarse a las urgencias eventuales o sus protagonistas.
Su fuerza histórica se hará efectiva al construir un mundo real con bases económicas, tecnológicas, planetarias y modos de vida que dejen atrás
el envilecimiento, la ignorancia, la miseria, y donde florezcan la autonomía, el reconocimiento y la justicia; modos de acción ajenos a la sumisión,
el parasitismo, la inhibición y en favor del respeto, la eficiencia y la participación pública; modos de conciencia alejados del fanatismo, el dogma-
tismo y el atraso, que propicien la reflexión racional, la crítica y el pensamiento universal. Sólo así el socialismo pasará a ser parte imprescindible
de la historia y condición ineludible para el provenir. Puesto a salvo del control y la manipulación, será la fuerza principal del mundo nuevo donde
el ser humano pueda apostar a engrandecer su libertad, su responsabilidad y su existencia.
Su camino es constituir nuevas armonías sociales que, sin el infantilismo anarquista y el poder opresivo, porten el sentido necesario para que la
humanidad se reconozca en ellas y pueda emprender su destino. Eso iniciará la historia humanizada para salir de la prehistoria. Lo cual no signi-
fica que el mundo será un paraíso a disposición de cada quien, sino que sus tres contenidos, con sus contradicciones y desfases inevitables, se
reconciliarán en el devenir. Sólo así, sin dejar de ser problemática y sin la seguridad de los sepulcros, la vida será humana al conjugar la realidad,
el pensar y la praxis.
LA ECOLOGÍA POLÍTICA, NUEVO HORIZONTE CIVILIZATORIO
Contrapuesta a la cultura, la civilización plasmada en la totalidad de las obras materiales construidas por el hombre, fue tomada como cosa a
disposición. La obra urbana, la tecnología, los procesos de producción, los medios de guerra, la infraestructura hidrológica, de transporte, de
comunicación y energía, parecían efectos de la necesidad. Hoy se percibe ese error de perspectiva. Cada civilización es también un fin realizado,
cargado de la inconsciencia y las consecuencias que acompañan a todo fin humano. A lo largo de la trayectoria histórica se fue perfilando la
finalidad perseguida por la civilización vigente: conocer la naturaleza y los seres humanos para dominarlos. La época moderna la hizo factible
explotando el planeta con la ciencia y la técnica positivas. La naturaleza, condición de existencia del hombre y el mundo, fue convertida en botín
y propiedad.
Con ese dominio, festejado por los partidarios del industrialismo sin límites, se ha saqueado la naturaleza y se pone en peligro la vida sobre la
tierra. Sobre todo, se ha usado sin limitaciones el petróleo para sobreurbanizar las ciudades, relegando el mundo agrario.
El socialismo de control no se apartó de esa soberbia civilizatoria. El socialismo nuevo no pregona un simple arreglo técnico ecológico ni la trans-
ferencia de la culpa a las personas para restablecer el equilibrio natural. Sostiene la necesidad de un mundo nuevo, tanto en el campo humano
como en su conexión con el natural. En nuestros días este propósito es una exigencia. Sin cambiar el régimen de propiedad que abusa de los
objetos, sin impedir la fabricación de productos nocivos, sin modificar radicalmente los sistemas energéticos, sin alterar los hábitos de derroche,
se acortará la duración de la vida sobre la tierra.
Se trata, es urgente, de echar a andar una ecología política por una civilización naturalista, en una acción mundial que, al coordinar la fuerza de
las naciones, establezca una nueva relación del hombre con el cosmos. Y deberá ser la fuerza de los trabajadores la que, obligando a los gobier-
nos, sea su base de sustentación. La nueva civilización deberá revertir el espectro de la muerte que hoy azota al planeta. En lugar de la mentali-
dad de dominio deberá florecer el respeto a la vida; en lugar de los impulsos depredadores, la dirección racional de la conducta; en lugar de la
sobrevivencia, los nuevos modos de vida; en lugar del trabajo para enseñorearse de las cosas, su liberación para engrandecer al género humano.
En lugar de destruir la naturaleza, armonizar la relación con ella, restablecer el orden de la vida sobre la tierra y hacer del mundo una casa habi-
table.