Page 32 - Necronomicon
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diferente de la de Paracelso o de Cornelio Agripa. Desde luego, el lenguaje y los símbolos
                  son diferentes, de la misma manera que lo es la matemática egipcia de la romana o la árabe.
                  Esto aparte, los conceptos básicos muestran asombrosas similitudes. Todo esto llevó a
                  Turner a creer que las leyes básicas de la magia son tan válidas objetivamente como las de
                  la física. La principal diferencia es sencillamente que la física está relacionada con el
                  mundo exterior, mientras que la magia lo está con el mundo recóndito de la psique humana
                  y su misteriosa relación con el universo exterior.


                  El Sr. Turner ha explicado algo de su propia concepción de la naturaleza de la magia en el
                  comentario del Necronomicon hecho en esta obra. Así, todo lo que hay que decir aquí es
                  que cuando empezó a leer los relato4 Cthulhu de Lovecraft, llegó al firme convencimiento
                  de que el mito no era una creación de la imaginación de Lovecraft, sino que se basaba en la
                  misma tradición mágica que los escritos de Hermes Trigemisto o de John Dee. Su primera
                  sospecha, dice, es que Lovecraft era un adepto practicante o, por lo menos, un miembro de
                  alguna   orden   mágica.   Cuando   leyó   las   cartas   de   Lovecraft   quedó   sorprendido   y
                  desconcertado al descubrir que, aparentemente, contemplaba todo "ocultismo" como signo
                  de debilidad mental. Pero cuando releyó las obras principales de los Mitos Cthulhu (At the
                  Mountains of Madness, The Case of Charles Dexter Ward, The Shadow Out of Time y The
                  Dunwich Horror) volvió a experimentar la total convicción de que Lovecraft sabía más
                  sobre magia de lo que daba a entender a sus corresponsales.

                  Fue en esta época, 1972, cuando apareció Magical Revival, de Kenneth Grant. El Sr.
                  Turner, al principio,  se inclinaba a aceptar el punto de vista de Grant, según el cual se
                  trataba de un caso de "visión interior inconsciente", como respuesta al problema. En
                  realidad, todavía está convencido de que Grant estaba fundamentalmente en lo cierto. Pero
                  se sentía inclinado a sospechar que el conocimiento de Lovecraft sobre textos mágicos era
                  mayor de lo que Grant creía, basando esta creencia en que Lovecraft pudo haber tenido
                  acceso a ciertas obras, tanto en Nueva York como en Providence.

                  Robert Turner y yo nos conocimos a través de nuestro mutuo interés por el ritual mágico.
                  Me intrigó  cuando me dio a conocer su teoría de que la mitología de Lovecraft estaba
                  basada en una antigua tradición mágica, tanto más cuanto me dijo que había hallado una de
                  sus principales pistas en mi propio libro The Strength of Dream, en el que comparo la
                  mitología de Lovecraft a la de Madame Blavatsky.

                  Había indicado que Madame Blavatsky habla de "ruinas ciclópeas y piedras colosales" en
                  The Secret Doctrine (vol. 2, p. 341). Y The Secret Doctrine es, básicamente, un inmenso
                  comentario sobre "el más viejo manuscrito del mundo", The Book of Dzyan; Madame
                  Blavatsky aseguraba poseer el Libro escrito en "una colección de hojas de palma que,
                  mediante un proceso desconocido, son impenetrables al agua, al fuego y al aire". Como la
                  mayoría de los no teosofistas, siempre me he inclinado a considerar que The Book of
                  Dzyan era una invención de aquella taimada vieja ocultista. Pero personas muy reputadas,
                  incluyendo   el   conocido   budista   Christmas   Humphreys,   han   asegurado   creer   en   su
                  autenticidad. Un escritor, Sri Madhava Ashish, ha dedicado dos libros a analizar las Stanzas
                  de Dzyan en la suposición de que son, lo que Madame Blavatsky aseguró que eran.






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