Page 170 - Frankenstein, o el moderno Prometeo
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un país libre?
               —Sí, señor; libre para las gentes honradas. El señor Kirwin es el magistrado, y
           usted  debe  dar  cuenta  de  la  muerte  de  un  caballero,  al  que  encontramos  anoche
           asesinado.

               Esta respuesta me sobresaltó; pero enseguida me recobré. Yo era inocente, eso
           podía probarse fácilmente; así que seguí a mi guía en silencio, y este me condujo a
           una de las mejores casas del pueblo. Yo estaba a punto de caerme de cansancio y de
           hambre;  pero  viéndome  rodeado  por  la  multitud  juzgue  prudente  hacer  acopio  de

           todas las fuerzas que me quedaban, a fin de impedir que mi debilidad física fuese
           considerada temor o conciencia culpable. Poco me esperaba yo la calamidad que me
           iba a abrumar poco después, ahogando con su horror y desesperación todo temor a la
           ignominia o a la muerte.

               Pero debo detenerme aquí, ya que necesito de toda mi fortaleza para evocar los
           espantosos sucesos que voy a relatar con detalle, según los recuerdo.
































































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