Page 204 - Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica (ed. Gustave Lefebvre)
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LAS DESVENTURAS DE UNAMÓN
Y ella (Tentamón) me envió (además)08: cinco piezas de tejido de buen
lino del Alto Egipto, cinco paquetes de buen lino del Alto Egipto, un saco
de lentejas y cinco cestos de pescado.
El príncipe se mostró satisfecho; se puso manos a la obra con tres
cientos bueyes y dispuso a su frente celadores, para hacer abatir los ár
boles. Los abatieron, y (los árboles) pasaron el invierno tendidos allí. En
el tercer mes del verano, se les arrastró (al) borde del mar. El príncipe sa
lió, se mantuvo cerca de ellos, y después me mandó /[2,45] decir: «Ven».
Cuando llegué junto a él, la sombra de su flabelo cayó sobre mí. Enton
ces Penamón, un servidor que le pertenecía39, se puso entre nosotros60 y
dijo: «La sombra de Faraón V.P.S., tu señor, ha caído sobre ti»61. Pero el
príncipe se enfadó con él y le dijo: «Déjalo tranquilo, tú»62. Volví junto a
él; retomó la palabra y me dijo: «Mira, la misión de la que se habían en
cargado mis padres anteriormente, yo (también) la he hecho, aunque tú
no hiciste por mí lo que tus padres hicieron por (los míos)63. ¡Bien!, el res
to de tu madera ha llegado; está amontonado (allí). Actúa ahora según tu
deseo y ven (a la orilla) para cargarlo: ¿acaso no se ha dispuesto todo para
entregártelo?, /[2,50] peres no vengas para contemplar el terror del mar64.
Si contemplas el terror del mar, habrás de contemplar también, en ver
dad, el mío. Ciertamente no te he hecho lo que se hizo con los enviados
de Khamuase03, cuando pasaron diecisiete años en este país: murieron allí
donde estaban»66. Después dijo a su servidor: «Tómalo (contigo), hazle
ver su tumba en la que ellos reposan».
38 Se trata de un regalo personal de la regenta para Unamón.
39 Era, como indica su nombre, un egipcio al servicio del príncipe de Biblos. Más adelante
(1. 2,69) encontraremos una cantora egipcia, Tentnau.
60 Lit. «hizo el separarme (del príncipe)».
61 El sentido de estas palabras dista mucho de estar claro. Se ha supuesto que el chistoso
Penamón hacía un retruécano que se apoya en la similitud que podía existir entre la palabra fe
nicia p r ch «faraón» y otra palabra (no atestiguada) p r cu, que habría designado en esta lengua la
rama de palmera que sirve de flabelo: cfr. H. Bauer, en OLZ 28 (1925), p. 571.
62 [N. del T.: Sobre este pasaje habría mucho que decir. Vcanse las apreciaciones de J. M.
Galán, Cuatro Viajes en la literatura del Antiguo Egipto, cit., pp. 206 y 222. A nuestro parecer es difí
cil sustraerse de la imagen de sacrosantidad (e inviolabilidad) que tiene todo lo que acompaña la
figura física del soberano. En especial nos recuerda este pasaje la famosa anécdota de Re-Ur, un
alto funcionario del reino Antiguo; el desarrollo de este episodio contiene chocantes similitudes
con el pasaje de Unamón en que nos encontramos, incluida la intervención del monarca-faraón
para tranquilizar a su súbdito. Cfr. James P. Allen, «Re’-wer’s accident», en Studies in Pharaonic Rt-
¡igion and Society in honour o f J. Guyn Gnjftibs, Londres, 1992, pp. 14 y ss.]
53 El texto contiene, por error «para mí»: repetición mecánica de la expresión n.i, que precede.
G4 Genitivo objetivo: el terror que el mar puede inspirar. Lo mismo en la frase siguiente: «el
mío (mi terror)». El príncipe hace comprender a Unamón que no deberá usar como pretexto el
mal tiempo para intentar prolongar su estancia en Biblos.
65 H c-m -w íst, nombre de Horus de Ramsés IX. Pero también es el nombre de un visir de
este rey (que tiene que hacerse cargo del pillaje de las tumbas reales).
Lit. «(en) su lugar» —posiblemente en el fondo de un calabozo— Nada sabemos de esta
.
historia.