Page 206 - Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica (ed. Gustave Lefebvre)
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LAS DESVENTURAS DE UNAMÓN


     príncipe salió y vino a mí; /[2,65] me dijo: «¿Qué es lo que rienes?». Y  le
     respondí.  «¿No  ves  las  aves  migratorias  que,  ya  por  segunda  vez,  des
     cienden  hacia  Egipto?79  Míralas,  van  hacia  las  marismas.  Y  yo,  ¿hasta
     cuándo80 habré de permanecer aquí abandonado? ¿Acaso no ves a esas
     gentes  que  vuelven  para  detenerme?».  Se  fue,  notificó  al príncipe,  y  el
     príncipe se puso a llorar a causa de las palabras que le decían y que eran
     tristes.  Hizo  salir, y me envió  a su secretario, que me trajo dos  medidas
     de  vino  y  un  cordero.  Me  hizo  llevar  también  a  Tentnau,  una  cantora
     egipcia que estaba con él, con este encargo81: «Canta para él, impide que
     tenga negros pensamientos». Y me envió /[2,70]  a decir: «¡Come, bebe,
     no tengas pensamientos negros! Mañana oirás todo lo que tengo que de­
     cirte».  Cuando  llegó  la  mañana,  hizo  llamar a  su guardia  personal82,  se
     puso en medio de ellos, y dijo después a los Tjeker: «¿Qué significa vues­
     tra  llegada  (aquí)?».  Ellos  le  respondieron:  «Hemos  venido  en  persecu­
     ción de estos miserables barcos83 que tú envías a Egipto, al mismo tiem­
     po que de una gente con la que tenemos un asunto que arreglan)84. El les
     dijo: «Me es imposible detener al enviado de Amón en mi país. Dejadme
     despedirlo, y después corred tras él para apresarlo».

     Unamón en el país de Alsa

       El  me  embarcó,  y  me  despidió:  (me  alejé)83  del puerto  de  mar y  el
    viento me empujó hacia el país de /[2,75]  Alsa86. Los de la ciudad  salie­
    ron contra mí para matarme. Me abrí un camino entre ellos hasta la resi­
    dencia de Heteb, la princesa de la ciudad. La encontré saliendo de una de
    sus estancias y entrando en otra de sus  (estancias). La saludé y dije a las
    gentes que se encontraban cerca de ella. «¿No hay alguno entre vosotros
    que hable la lengua de Egipto?»87. Uno de ellos respondió: «Yo la entien­
    do». Entonces le dije: «Dile a mi Señora que he escuchado decir hasta en
    la Ciudad88, hasta en el lugar en que reside Amón, que en todos lados se

       :i} Frase comparativa poética, que quiere decir que Unamón ha abandonado su país hace ya
    más de un ano.
       80 Lit. «hasta que suceda qué cosa».
       81  Lit. «para decir» r  dd.  Acto seguido: «Canta para él, no permitas  que  su corazón atrape
    ideas (shrw)».
       82 Sobre esta interpretación de las palabras m w  cdt, cfr. A.  H. Gardiner, en Mélanges Maspe-
    ro, 1,1934, p. 493. Ha sido propuesta otra interpretación: se apoya en una aproximación del egip­
    cio m w   cdt y del hebreo móeci «asamblea»: J. A. Wilson, en JNES 4 (1945), p. 245.
       8->lit. «estos barcos rotos, rotos».

       M Para la palabra tttt «querella» y la expresión iryw  n tttt, cfr.  Worth.  5, 413, ref.  10.
       8·1 El texto parece corrupto: en lugar de im  (¿o im t?) se esperaría aquí una frase como: iw d.i
    w i (seguido de r), así como en ΛJáuf.  153 (cfr. también Sinubt B,224).
       86 La Alasiva de las tabletas de El Amarna, posiblemente la isla de Chipre.
       87 Esta frase recuerda la de Sinuhé R,56 (véase más arriba, p. 39). «Tú oirás la lengua de Egipto».
       88 La ciudad por excelencia, Tebas, llamada la Ciudad del Sur en Apopi (véase más arriba, p. 145).
    Comparar con el sentido que tenía  Urbs para los romanos.
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