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198| En el Jardín de la Sabiduría Capítulo Seis: El encuentro
La máquina de la verdad
Cuando la persona desea realmente cumplir con la voluntad
de Hashem, Él la pone a prueba con el examen del Simple, tal
como está escrito en el Sefer HaMidot – Libro de los Atributos
(Teshuvá):
A aquel que se inicia en el servicio de Hashem,
Hashem le dice: “Yo sé que tu deseo es servirme a Mí,
pero ¿quién sabe si mañana no has de abandonarme?
¿Cómo voy a acercarte a Mí solamente por Tu buena
voluntad? ¿Cómo puedo revelarte Mis secretos? Por
lo tanto, harás lo siguiente: al principio ámame así y
cumple con Mis preceptos, si bien no comprendes la
lógica de cada precepto. Sírveme con total simplicidad,
sin estratagemas. Y cuando Me hayas servido así
durante un lapso determinado, entonces Yo creeré en
ti y te revelaré el motivo de cada precepto y entonces te
acercaré a Mí, porque todo el tiempo que Me serviste
antes es garantía de que no Me abandonarás.
Esa es la forma en que Hashem pone a prueba a la persona:
cuando después de todo el esfuerzo que hizo el individuo, le
sale un “zapato triangular” y uno a pesar de todo sigue alegre.
Eso está demostrando que su voluntad realmente es servir a
Hashem. Pero si se pone triste, entonces está demostrando
que nunca quiso realmente servir a Hashem, sino a sí mismo.
La alegría que uno siente con lo que hace, aunque no sea tan
exitoso, es prueba de que si hubiera tenido éxito, no se habría
vuelto arrogante. Y por eso Hashem le pone esa prueba a la
persona. Así es como Hashem puede estar seguro de que le
puede conceder el éxito y que eso no le causará arrogancia.
La emuná simple de Najum Ish Gamzu
La Guemará en el Tratado Taanit 21ª nos cuenta la famosa
historia del gran sabio llamado Najum Ish Gamzu, cuyo abrieron el cofre. Al ver que solamente contenía polvo, los ojos
Capítulo Seis: El encuentro | 199
| 203 aquí y ahora. Él anhelaba el imaginario prestigio que su Muy por el contrario, el Sabiondo quería recibir su recompensa ni en este mundo ni en el Mundo Venidero. Hashem, sin esperar ninguna clase de recompensa o prem
El Simple le responde al Sabiondo con total emuná: “¡Con
Hashem, todo es posible!”. Y no sólo que es posible sino que
puede ocurrir de un momento a otro. Porque Hashem es
Todopoderoso y por lo tanto no depende del tiempo ni del
lugar y por eso es posible que ahora, en este mismo momento,
en un abrir y cerrar de ojos, el Simple llegue a ser sabio. Y no
sabio como el “Sabiondo”, que en realidad es un tonto, sino
realmente un sabio.
Esto fue lo que ocurrió con el Rey David, que dedicó toda su
vida a la plegaria. Cuando Hashem quiso que David supiera
toda la Torá, se la enseñó en una sola noche, desde el principio
hasta el fin. Lo mismo ocurrió con Yosef el Tzadik, que estuvo
en la cárcel más de diez años y obviamente no podía estudiar
allí y solamente se dedicaba a la plegaria con alegría y con
emuná. En el momento en que Yosef lo necesitó, Hashem le
enseñó todos los idiomas existentes, setenta en total, en una
sola noche.
Cabe destacar que el Simple no sentía envidia de la
inteligencia del Sabiondo y ciertamente no quería ser como
él. Simplemente le estaba informando que Hashem es Quien
dirige el mundo. El Simple sabía que si no era la persona más
inteligente del mundo, eso se debía a que Hashem quería que
las cosas fueran así por el momento. Hashem podía decidir
cambiar las cosas cuando lo deseara, tal como el Simple le dijo
al Sabiondo. El Simple no tenía la menor duda de que si para
llevar a cabo su misión en la vida, necesitaba un cierto grado
de inteligencia, Hashem ciertamente se lo iba a dar.
Hay aquí algo muy importante que debemos tener en cuenta:
el Simple no sentía ninguna deficiencia ni se lamentaba por
no ser más inteligente de lo que era. Él sabía que Hashem
le iba a dar todo lo que necesitara, tanto material como
espiritualmente, en el momento preciso en que lo necesitara.
Ante la atenta mirada del César, los miembros del séquito real pasar. lleno de tesoros para el emperador. De inmediato lo hicieron guardias que él, el enviado de los