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240| En el Jardín de la Sabiduría Capítulo Siete: Cambio de rumbo
es un precepto de la Torá. De la misma manera, hacemos todo
lo posible por recibir el Shabat temprano y por ayudar a la
persona que nos necesita con la mayor rapidez posible. Todos
estos preceptos constituyen la voluntad de Hashem, o sea, lo
que desea el “Rey”.
Tal como vimos en el capítulo anterior, el Simple fue corriendo
a cumplir con la voluntad del Rey, que es una alusión a la
persona de emuná pura y simple que va corriendo a cumplir
con la voluntad de Hashem. Por el contrario, el Sabiondo dejó
al rey esperando… Vemos una vez más cómo su intelecto y
su ego tan inflado se le interponen en el camino, evitando
que haga lo que debe hacer, como si una gruesa muralla lo
separara de la verdad.
No hay que rehusarse
Nuestros Sabios nos enseñan que no debemos desacatar
a una persona más “grande” que nosotros. O sea, no
debemos desacatar a toda persona que ocupa un cargo de
responsabilidad pública, ya sea el rabino del barrio, o nuestros
padres, o cualquier persona que sea más sabia o de mayor de
edad que nosotros. Y por supuesto, en esta categoría entra
también el rey.
Si el Sabiondo hubiera tenido aunque sea una mínima medida
de humildad, él también habría ido de prisa a ver al rey. Es
verdad que él se consideraba mejor que todo el mundo, pero
¿acaso era más importante que el mismísimo rey? El hecho de
no haber actuado en forma inmediata fue un acto de tremenda
insolencia.
Rabí Najman enfatiza la importancia de la humildad,
afirmando que cada individuo debe mostrarse humilde frente
a aquellos que son más importantes que él, los que están a su
mismo nivel, los que están a un nivel inferior al suyo, y ante él
mismo (Likutey Moharán I:14).
El Talmud y el Midrash están llenos de historias en las que
| 225 Él respondió: “Esa es la verdad. No es una broma”. que era mejor que todos… y burlarse de ellos. Su única dicha en la vida era la fantasía de emuná, no hacía más que herir los sentimientos de los demás Por el c
se describe el enorme esfuerzo en que incurrieron nuestros
Sabios a fin de honrar a sus rabinos, maestros y padres. Y
no sólo eso, sino que muchos de los más grandes tzadikim
se esforzaron enormemente por honrar a personas que
aparentemente ocupaban un nivel muy inferior al de ellos,
ya sea a nivel social, espiritual o intelectual. ¿Y por qué?
Porque cada alma es un poquito de Divinidad y nadie conoce
el verdadero valor de cada alma. Por eso, ellos se cuidaban
mucho de respetar a cada persona.
La humildad es sabiduría
Por supuesto que uno no tiene que anularse a sí mismo ante
cada persona y ante cada opinión. Hay situaciones en la
vida en las que tenemos que ser firmes como una roca, como
por ejemplo, cuando nos negamos a realizar algo que está
prohibido, incluso si ese acto forma parte de la norma de una
cierta sociedad. Siempre que la verdad sea clara, como en el
caso de un precepto de la Torá o en el caso de algo que hemos
estudiando en forma explícita con nuestro rabino o guía
espiritual, no debemos transigir. En el judaísmo, “adular” no
es regalar elogios sino transigir en una situación en la que está
prohibido hacerlo.
Escribe Rabí Najman (ibíd. II:22) que la adulación es la humildad
mal utilizada. Por eso es muy importante que no hagamos
mal uso de ella. No debemos ser humildes ante la maldad o la
injusticia porque si no, vamos a estar “adulando” al mal o a la
injusticia según el concepto judío de “adulación”.
En lo que a la verdad se refiere, el verdadero líder es una
persona inflexible. Él sabe la verdad y por más presión que
le hagan no van a lograr que se aparte de ella. Su liderazgo
carece de todo rastro de arrogancia. El verdadero líder es una
persona humilde que sabe que fue designado por Hashem
como Su emisario. El verdadero líder se somete a la verdad
pero se mantiene firme y resuelto frente a la maldad o la
corrupción de cualquier forma que sea.