Page 157 - Auge y caída del antiguo Egipto
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evitando toda referencia al reinado de ningún soberano. En sus autobiografías
               funerarias  de  Beni  Hassan  y  otros  lugares,  los  funcionarios  raramente

               mencionaban al rey —si es que lo mencionaban en absoluto—, y era notorio su

               silencio con respecto a sus propias carreras profesionales, algo inaudito para un
               egipcio de la época y señal inequívoca de lealtades fluctuantes. Con tal grado de

               impopularidad  en  su  propia  tierra,  Jety  y  sus  descendientes  se  engañaban  si

               imaginaban que se iba a tardar mucho en poner en tela de juicio su autoridad

               meramente nominal.
                  Pero  lo  que  asestó  el  golpe  mortal  fue  la  incapacidad  de  la  dinastía  para

               cumplir con el deber más básico de la realeza: alimentar al pueblo. Durante el

               reinado  de  Pepy  II,  una  serie  de  «Nilos  bajos»  habían  venido  a  debilitar  la
               economía  del  Estado.  Ahora,  sin  un  gobierno  nacional  efectivo,  empezaban  a

               dejarse sentir los efectos a largo plazo de las crecidas insuficientes. El hambre

               acechaba  en  todo  el  territorio,  cuestionando  la  capacidad  de  los  gobernadores

               provinciales  para  cuidar  de  sus  propios  ciudadanos.  Sin  duda,  algunos
               exageraron  la  crisis  para  potenciar  su  carrera  profesional;  actuando  como

               salvadores  en  época  de  dificultades,  obtenían  tanto  el  apoyo  local  como  un

               mayor  prestigio.  Así,  un  hombre  llamado  Merer  se  jactaba  de  que  «cuando
               ocurrió esa hambruna, yo enterraba a los muertos y alimentaba a los vivos por

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               doquier».   Su  contemporáneo  Iti  hizo  saber  que  había  alimentado  a  su  aldea
               natal, Imitru, «en los años penosos», y que había «dado cebada del Alto Egipto a
               Iuny y a Hefat, [pero solo] después de haber alimentado a Imitru».           3

                  Anjtifi, el gobernador de la tercera provincia del Alto Egipto —con capital en

               Hefat  (la  actual  El-Moalla)—,  iba  aún  más  lejos,  afirmando  haber  enviado
               provisiones de emergencia a las zonas afectadas, desde Abedyu en el norte hasta

               Abu  en  el  sur.  Se  presentaba  a  sí  mismo  como  el  líder  natural  de  las  siete

               provincias  más  meridionales,  la  misma  región  que  le  había  sido  asignada  al

               gobernador  del  Alto  Egipto  en  los  últimos  días  de  la  VIII  Dinastía.  Si  había
               demostrado ser capaz de cuidar de la población cuando «todo el Alto Egipto se

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               moría  de  hambre»,   entonces  sin  duda  estaba  cualificado  para  ser  también
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