Page 190 - Auge y caída del antiguo Egipto
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la vida sobre la esterilidad de la muerte, una metáfora sumamente apropiada,
pues, para la tumba. Los hipopótamos, por su parte, eran criaturas fluviales,
habitantes del mundo acuático que llevaba al Campo de la Ofrenda. Se sabía que
eran feroces y agresivos, expertos a la hora de ahuyentar a potenciales atacantes.
Una diosa hipopótamo era también la deidad más estrechamente asociada a las
mujeres embarazadas y al parto. La red de potenciales connotaciones es muy
amplia, y refleja la riqueza y variedad del pensamiento religioso del antiguo
Egipto. De hecho, tal complejidad, a menudo contradictoria para la mente lógica
moderna, servía meramente, a ojos de los egipcios, para subrayar el misterio y la
incognoscibilidad de lo divino.
Más o menos en la misma época en que los erizos y los hipopótamos hacían
su aparición entre los objetos funerarios, entró en escena otro accesorio de
ultratumba, un curioso y pequeño objeto que resume muy bien el genio de los
egipcios para la invención y su actitud marcadamente práctica a la hora de
resolver los problemas. Gracias al rápido auge de su popularidad, el objeto en
cuestión es hoy ubicuo en colecciones de museos de todo el mundo: la estatuilla
funeraria. La palabra para designarla en egipcio antiguo era shabti,
probablemente derivada de otro vocablo egipcio cuyo significado era «palo»
(«trozo de madera»), y que reflejaba la rudimentaria fabricación de los primeros
ejemplares. Pero no era esta simplemente una vulgar figurilla en forma de palo.
Tenía un propósito mágico, mucho más importante. Su origen se remonta al
período de la guerra civil, y, como suele suceder con muchas ideas, esta fue
asombrosamente simple. Sin los talleres reales llenos de artesanos cualificados, o
de escultores y pintores que decoraran sus tumbas, los egipcios se enfrentaban a
un serio dilema: si su cuerpo momificado era destruido, ¿cómo podría
sustentarse el ka y adónde regresaría el ba todas las noches tras su deambular
celestial? La respuesta estaba en un cuerpo sustitutivo, y la primera versión que
este adoptó fue excepcionalmente tosca: una pequeña figura en forma de palo
hecha de barro o de cera, quizá envuelta en algunos jirones de lino para
representar los vendajes de una momia, y dotada de su propio ataúd en miniatura