Page 188 - Auge y caída del antiguo Egipto
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— a lo largo de la ruta del Gran Séquito, entonces también ellos podían
beneficiarse del poder de resurrección del dios a su paso. Como resultado de
ello, el sagrado camino que partía del templo de Osiris se convirtió en el
emplazamiento favorito de monumentos conmemorativos grandes y pequeños.
Quienes disponían de abundantes recursos podían encargar estatuas de sí
mismos, que se introducían en capillas en miniatura. Los menos acomodados
debían conformarse con una losa de piedra basta, o incluso con una simple
mención de su nombre en el monumento de algún otro. Pero ricos o pobres,
todos los devotos egipcios anhelaban su parte. En el plazo de unas cuantas
generaciones, la «Terraza del Gran Dios» se llenó de monumentos
conmemorativos, que se acumulaban hasta formar cinco o seis filas. Ocupaban
todo el espacio disponible a ambos lados de la ruta, amenazando con invadir el
propio camino sagrado.
Para quienes no podían permitirse siquiera la forma más humilde de presencia
en Abedyu, siempre quedaban las festividades de Osiris que se celebraban en
todas las provincias; no tan potentes, no tan prestigiosas, pero mejor eso que
nada. Recordando y celebrando la resurrección del dios en su cementerio local,
los sacerdotes y la población esperaban que algo de su magia se transmitiera a
las pobres almas enterradas alrededor, otorgándoles también la promesa de la
vida eterna. Desde tiempos prehistóricos, los pueblos y ciudades egipcios habían
albergado una plétora de diferentes creencias, deidades y estilos de culto,
reflejados en la diversidad de los santuarios locales y de los objetos votivos
depositados en ellos. Ahora, quizá por primera vez en la historia, Egipto tenía
algo que se aproximaba a una religión nacional.
Cuando el culto a Osiris alcanzó su cenit, en el apogeo del Imperio Medio, los
Textos de los Sarcófagos pasaron rápidamente de moda. Fueron reemplazados
por toda una serie de objetos esotéricos, mágicos, que evidentemente tenían la
misma función: permitir a los difuntos ser resucitados como Osiris, alcanzar el
Campo de la Ofrenda y viajar con Ra en su barco solar. Algunos de esos nuevos
objetos se sacaban directamente de la vida cotidiana, pero se les daba una