Page 185 - Auge y caída del antiguo Egipto
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Allí comeré y allí pasearé.
                    Allí labraré y allí cosecharé.
                    Allí tendré sexo y allí estaré contento. 1


                  Era un más allá por el que valía la pena morir. Presidiendo todo este panorama

               bucólico se hallaba el dios Osiris, el arquetipo de la resurrección y la fuente más

               segura de vida eterna. Luchando contra los obstáculos para unirse a Osiris, el
               difunto  aseguraba  no  solo  su  propio  renacimiento,  sino  también  la  continua

               renovación  del  dios.  En  términos mitológicos, el difunto actuaba como  Horus

               para  su  padre  Osiris,  y  este  último  le  recompensaba  apropiadamente.  No  es
               casualidad que este concepto del más allá sea el reflejo de un mundo en el que la

               herencia  y  la  sucesión  tenían  una  importancia  capital.  Los  Textos  de  los

               Sarcófagos  fueron  compuestos  en  un  contexto  de  poderosos  gobernadores

               regionales,  y  simplemente  reflejaban  las  particulares  preocupaciones  de  estos.
               Los  antiguos  egipcios,  como  todos  los  pueblos,  proyectaban  sus  experiencias

               cotidianas en sus creencias religiosas.





               OSIRIS TRIUNFANTE


               El ascenso de Osiris desde sus oscuros orígenes a la posición de dios universal

               de los muertos constituía el núcleo del nuevo orden religioso. Cuando pasó a ser
               venerado  en  todos  los  rincones  de  Egipto,  Osiris  eclipsó  a  un  montón  de

               deidades  funerarias  más  antiguas,  asimilando  sus  atributos  y  usurpando  sus

               templos.  La  población  de  Dyedu,  en  la  parte  central  del  delta,  había  rendido

               culto durante siglos a su dios local, Andyety, del que creía que había sido un
               gobernante terrenal milagrosamente resucitado tras su muerte. Cuando al culto a

               Osiris  se  propagó  fuera  de  la  residencia  real,  absorbió  todas  esas  creencias

               complementarias,  y  a  la  larga  Dyedu  se  convertiría  en  el  principal  centro  del
               culto  a  Osiris  en  el  Bajo  Egipto.  Andyety  casi  desaparecería  como  deidad
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