Page 186 - Auge y caída del antiguo Egipto
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independiente, convirtiéndose en un lejano recuerdo popular. Un proceso similar
               tuvo lugar en el sur del país, en Abedyu. Allí, la población local rendía culto a

               un  dios  funerario  en  forma  de  chacal,  un  animal  al  que  a  menudo  se  veía

               merodear por los cementerios del desierto. Jentyamentiu, «el primero entre los
               occidentales», era el guardián de occidente, la tierra de los muertos, además de

               señor de la necrópolis. El culto a Osiris pronto pasaría a arrogarse también esos

               atributos. En la XI Dinastía (c. 2000), las inscripciones del templo de Abedyu

               hacían  referencia  ya  a  un  dios  híbrido,  Osiris-Jentyamentiu.  Unas  pocas
               generaciones  más  tarde,  lo  de  ser  «primero  entre  los  occidentales»  se

               consideraría meramente un epíteto de Osiris; el triunfo de este dios sería total.

                  En  el  caso  de  Abedyu,  la  presencia  adicional  de  tumbas  reales  anteriores
               dotaba al lugar de una santidad especial y de cierto aire de antigüedad. El hecho

               de que el arquetipo del soberano resucitado, Osiris, tuviera su principal centro de

               culto  en  el  mismo  lugar  donde  se  había  estado  enterrando  a  reyes  desde  los

               albores de la historia, debía de parecer fruto de la predestinación. Así, desde el
               período de la guerra civil en adelante, Abedyu se convirtió en el principal centro

               del culto a Osiris y en uno de los emplazamientos sagrados más importantes de

               todo Egipto. La profanación de sus lugares sacros durante la encarnizada guerra
               entre  las  dinastías  heracleopolitana  y  tebana  fue  motivo  de  deshonra  para  los

               reyes del norte, y su derrota última pasó a ser considerada un castigo divino por

               tan nefasto acto de sacrilegio. El vencedor en la guerra civil, el rey Mentuhotep,
               se  apresuró  a  mostrar  sus  credenciales  devotas  embelleciendo  el  santuario  de

               Osiris-Jentyamentiu. Bajo el reinado de los sucesores de Mentuhotep, el templo

               fue  objeto  asimismo  de  nuevas  atenciones  por  parte  de  la  realeza.  Abedyu  se
               transformó en un foco de peregrinación nacional y en un escenario de elaboradas

               ceremonias que celebraban la resurrección del dios.

                  Los «misterios de Osiris» tenían lugar anualmente en presencia de una gran

               multitud de espectadores procedentes de todo Egipto. El núcleo de los ritos era
               una representación de la realeza, la muerte y la resurrección del dios. Esas tres

               líneas del mito de Osiris se reflejaban en tres procesiones distintas. En primer
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