Page 181 - Auge y caída del antiguo Egipto
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hincapié en la ancestral creencia del viaje del rey a las estrellas y su destino entre
               los «indestructibles», pero algunos de los conjuros habían introducido también

               un concepto más novedoso, la asociación de la muerte del rey con Osiris. Este

               antiguo dios terrestre era a la vez reverenciado y temido como gobernante del
               inframundo,  pero  su  victoria  sobre  la  desintegración  de  la  muerte  ofrecía  la

               promesa de la resurrección para el rey y, más tarde, también para las personas

               corrientes.  La  vida  eterna  podía  buscarse  en  el  alimento  de  la  tierra  tan  bien

               como en el ritmo inmutable del universo. Osiris se convirtió en el paladín de los
               muertos y su reino del inframundo, en el destino preferido para estos. Su telúrico

               reino primero se unió, y a la larga desplazó, al entorno celestial para el viaje de

               ultratumba de los egipcios.
                  El  deseo  universal  de  identificarse  con  Osiris  tras  la  muerte  produciría

               cambios tan importantes como visibles en las costumbres funerarias. Desde sus

               mismos  comienzos,  el  objetivo  de  la  momificación  había  sido  preservar  el

               cuerpo  del  difunto  en  una  forma  lo  más  reconocible  posible.  Dado  que  se
               envolvía por separado cada miembro, incluidos los dedos de las manos y de los

               pies, y se moldeaban los rasgos del rostro con vendajes de lino, podía lograrse

               una apariencia más o menos semejante a la de una persona viva. Pero ahora que
               los  muertos  deseaban  metamorfosearse  en  Osiris,  la  preservación  de  las

               características  humanas  ya  no  era  necesaria.  Lejos  de  ello,  el  cadáver  era

               envuelto desde la cabeza hasta los dedos de los pies con una sola y larga venda,
               lo que le proporcionaba el clásico aspecto de momia que hoy conocemos. Dado

               que  esta  apariencia  externa  de  transfiguración  bastaba  para  conjurar  las

               asociaciones  apropiadas,  incluso  podía  prescindirse  del  proceso  de
               momificación.  Así,  no  era  raro  que  se  simplificaran  procesos  y  se  saltaran

               etapas,  con  el  resultado  de  que  hoy,  bajo  sus  vendajes,  muchas  momias  del

               Imperio Medio se hallan en muy mal estado de conservación. A veces se dejaba

               el cerebro dentro del cráneo o los órganos dentro del cuerpo, lo que provocaba la
               putrefacción. El hecho de no secar el cuerpo lo suficiente o de tratar de ahorrar

               en el uso de ungüentos caros, causaba un rápido deterioro de los tejidos blandos.
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