Page 180 - Auge y caída del antiguo Egipto
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pasaran  desapercibidas,  el  gobernador  Medunefer  fue  enterrado  rodeado  de
               conjuros  funerarios  protectores  sacados  de  los  Textos  de  las  Pirámides.  Una

               generación  más  tarde,  otro  funcionario  fue  todavía  más  lejos,  decorando  las

               paredes de su cámara mortuoria con la misma antología utilizada en la pirámide
               de  Unis.  Antes  de  que  transcurriera  mucho  tiempo,  incluso  funcionarios  de

               provincias de menor rango mandaban grabar en sus ataúdes de madera extractos

               de los Textos de las Pirámides, así como nuevas composiciones.

                  Resulta difícil decir cómo respondieron exactamente los sucesores de Pepy II
               a este profundo cambio social y religioso; con la única excepción de la diminuta

               pirámide del rey Ibi en Saqqara, todavía no se han descubierto las tumbas de los

               soberanos de la VIII Dinastía y de los gobernantes heracleopolitanos. Con toda
               probabilidad, esos monumentos incorporaban nuevas formas de distinguir a sus

               reales propietarios de las personas corrientes. Aun así, la adopción de textos e

               imágenes reales por ciudadanos particulares representó un cambio radical en la

               estructura subyacente a la civilización del antiguo Egipto. La severa división que
               había existido entre el rey y sus súbditos desde los albores de la historia, había

               desaparecido  de  una  vez  para  siempre.  Por  entonces,  cualquier  egipcio  podía

               confiar en alcanzar la divinidad en el más allá, en pasar la eternidad en compañía
               de los dioses. Al mismo tiempo, esta difuminación de la distinción entre realeza

               y ciudadanía sirvió, irónicamente, para subrayar la posición única del rey. Las

               representaciones de atributos reales pintadas en ataúdes de particulares daban a
               sus  propietarios  los  medios  para  alcanzar  el  estatus  divino  y,  por  ende,  la

               resurrección después de la muerte, pero solo por imitación del rey. En una época

               de fragmentación política y guerra civil, puede que resultara tranquilizador para
               la  gente  sentir  que  la  realeza  divina  estaba  vivita  y  coleando,  y  que  era  una

               fuerza  beneficiosa  en  su  destino  último.  La  que  se  ha  dado  en  llamar

               «democratización del más allá» era cualquier cosa menos democrática, y en ese

               sentido representaba la clase de transformación característica del antiguo Egipto.
                  Tan profundo como la apertura de la vida de ultratumba fue el cambio en el

               modo  de  concebirla.  Muchos  de  los  Textos  de  las  Pirámides  hacían  especial
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