Page 196 - Auge y caída del antiguo Egipto
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El rostro de la tiranía
UN MUNDO FELIZ
El rey Mentuhotep, vencedor de la guerra civil y reunificador de las Dos Tierras,
sería celebrado por las generaciones posteriores de egipcios como una gran
figura fundacional, equiparable al primer rey de la I Dinastía. No obstante, quiso
la suerte que sus descendientes no disfrutaran durante mucho tiempo del botín
que tanto le había costado conseguir. Tras los breves y deslucidos reinados de
otros dos Mentuhotep, la línea real de la XI Dinastía tebana, la de Intef II y
Mentuhotep II, se rompió. En su lugar accedió al poder una nueva familia,
reclamando para sí el trono y el premio de la realeza.
La XII Dinastía (1938-1755) fue el linaje real más estable que gobernaría
jamás el antiguo Egipto. Durante un período de ciento ochenta años, los destinos
de las Dos Tierras estuvieron regidos por ocho monarcas que representaron a
siete generaciones de una misma familia. Bajo su firme control, Egipto prosperó
material y culturalmente. Fue la edad de oro de la literatura del antiguo Egipto,
cuando se compusieron muchas de sus obras clásicas. La artesanía alcanzó
nuevas cotas, creando la joyería más exquisita que se ha conservado del mundo
antiguo. El alcance y la influencia de Egipto lograron una expansión mayor que
en ningún otro momento anterior, y además lo hicieron en nuevas direcciones,
llegando hasta el Egeo, Chipre y Anatolia, además de la costa del mar Rojo y
Nubia. Pero, sobre todo, el valle y el delta del Nilo fueron reordenados formando
un país unificado, bien regulado y eficiente, un Estado centralizado de nuevo
para desterrar las recientes divisiones de la guerra civil.