Page 198 - Auge y caída del antiguo Egipto
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logro de su breve reinado fue enviar una expedición de canteros a las Montañas
Negras del Uadi Hammamat con la misión de llevar a la corte un bloque de
piedra para el sarcófago real. Los detalles de la expedición fueron registrados en
cuatro inscripciones talladas en el frente de la cantera. Aunque en ellas se rinde
el debido homenaje al rey como patrocinador de la misión y se le desean (cabe
imaginar que de forma poco sincera) «millones de aniversarios», el hecho es que
el éxito de la misión se atribuye a su auténtico jefe, el hombre responsable de las
inscripciones: «El miembro de la élite, alto funcionario, supervisor de la ciudad,
visir, supervisor de los funcionarios, señor del juicio … supervisor de todo en
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este territorio entero, el visir Amenemhat». La siguiente vez que nos
encontramos con un hombre llamado Amenemhat en un alto cargo, este es ya
señor de las Dos Tierras e hijo de Ra; se trata del fundador de la XII Dinastía.
Aunque no se da explícitamente testimonio de la transición del puesto de mano
derecha del rey al de monarca, pocas dudas caben de que Amenemhat I supo
aprovecharse plenamente de su posición sin parangón en la corte para hacerse
con el trono cuando este quedó vacante, o cuando surgió la oportunidad.
Existen fuertes indicios de que la nueva dinastía llegó al poder en un período
de anarquía, a través de un golpe de Estado, antes que por medio de una sucesión
pacífica. Una notable serie de inscripciones halladas en otra cantera situada en
Hatnub, en el Egipto Medio, proporcionan un vívido relato de las luchas que
tuvieron lugar en el territorio egipcio durante el reinado de Amenemhat I (1938-
1908). Escritos durante el mandato del gobernador local Nehri, los textos están
inusualmente fechados en función de los años de este en el cargo, en lugar de los
años de reinado del entonces monarca. Esta extraordinaria asunción de una
prerrogativa real por parte de un mero funcionario provincial sugiere que el
ancestral modelo de gobierno regio tenía algún problema. Las propias
inscripciones hablan de rebelión, hambre, saqueos, ejércitos invasores y
conflictos civiles. Y el núcleo de ese malestar estaba en el propio palacio: «El
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día del combate salvé a mi ciudad del nauseabundo terror de la casa real». No
hay referencia más escalofriante a la monarquía tiránica en toda la historia