Page 203 - Auge y caída del antiguo Egipto
P. 203
De ese modo, se podía confiar en que las «Murallas del Soberano» evitaran
grandes incursiones y proporcionaran información acerca de cualesquiera
movimientos inusuales. El énfasis en la vigilancia como medio de control sería
una característica de la política de seguridad de la XII Dinastía.
El flanco meridional de Egipto, su frontera con Nubia, planteaba una amenaza
distinta y requería, por ello, una solución diferente. Ya desde las expediciones de
Harjuf, durante la VI Dinastía, resultaba evidente que los pueblos de Uauat (la
Baja Nubia), la zona más cercana a la frontera egipcia, estaban reafirmando su
autonomía y formando sus propios estados, en un desafío directo a la hegemonía
egipcia. Con Egipto desgajado por las luchas internas y la guerra civil tras el
desmoronamiento del Imperio Antiguo, ese proceso no hizo sino acelerarse. Es
posible que la dependencia de mercenarios nubios por parte del ejército tebano
reforzara aún más el sentimiento nacional de Nubia. Hacia el final de la XI
Dinastía, la situación difícilmente podría ser peor para el rey egipcio: no solo
había perdido el control sobre la mayor parte de Uauat, sino que su propio
prestigio se veía abiertamente cuestionado por algunos gobernantes nubios
locales, que utilizaban títulos reales egipcios. Uno de ellos, que se calificaba a sí
mismo como «el Horus Anjjnumra, el rey Uadykara, el hijo de Ra Segerseni»,
incluso se refería a los egipcios como «los enemigos», dando la vuelta a la
retórica establecida. Otro, que tenía el atrevimiento de llamarse a sí mismo rey
Intef en honor a los grandes líderes bélicos tebanos de comienzos de la XI
Dinastía, se mostraba lo bastante confiado como para tener una serie de quince
inscripciones talladas en las rocas en lugares destacados de todo su territorio.
Tan descarados insultos al poderío egipcio no podían tolerarse.
Un gran número de inscripciones grabadas en la misma región por
expediciones egipcias dan testimonio de una actividad frenética desde los
primeros años del reinado de Amenemhat I. Pese a que estaba derrotando a sus
adversarios dentro del propio territorio egipcio, parece que sus espías tenían que
trabajar activamente en la Baja Nubia, maniobrando y recopilando información
con vistas a un ataque a gran escala. Tras dos décadas de preparativos, durante