Page 206 - Auge y caída del antiguo Egipto
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corregente ya instaurado en el trono, los desesperados asesinos habían cometido
               un terrible error de cálculo. En lugar del padre, fue el hijo el que asumió plenos

               poderes y se apresuró a continuar sus mismas políticas, aunque con un pequeño

               cambio:  allí  donde  la  represión  abierta  había  fracasado,  se  utilizarían  otros
               métodos más sutiles para ganar la batalla de los corazones y las mentes.

                  Encargar una obra literaria sobre la muerte de su padre fue una decisión audaz

               por parte de Senusert I, ya que ello amenazaba la propia ideología de la realeza

               divina  y  quebrantaba  un  poderoso  tabú  que  impedía  airear  públicamente  las
               crisis. Pero Senusert y sus consejeros estaban jugando con gran inteligencia. Se

               dieron  cuenta  de  que  tenían  más  que  ganar  haciendo  público  el  regicidio  que

               tratando de silenciarlo. Allá en los días de la guerra civil, los líderes provinciales
               como Anjtifi habían utilizado los relatos sobre las crisis para subrayar sus buenas

               obras y legitimar su poder. Ahora, el pensamiento político del Primer Período

               Intermedio sentaba las bases de la que sería la ideología dominante de la XII

               Dinastía. Al presentar el asesinato de Amenemhat I en forma literaria a la élite
               de la corte real (las mismas personas que planteaban la mayor amenaza a la vida

               del  rey),  Senusert  se  proporcionaba a sí mismo la excusa perfecta para  tomar

               medidas enérgicas. Su padre asumió el rango de mártir y él, el papel de discípulo
               devoto.  Antes  de  la  XII  Dinastía,  el  valle  del  Nilo  apenas  había  producido

               «literatura» digna de tal nombre. Con su sempiterno talante práctico, la sociedad

               egipcia había tenido poco tiempo y espacio para los artífices de la palabra. Pero
               Senusert  era  consciente  de  que  los  poetas  y  escritores  podían  resultar  tan

               poderosos como los comandantes de su ejército.

                  El  florecimiento  de  la  literatura  en  la  XII  Dinastía  se  considera  uno  de  los
               mayores logros culturales del Imperio  Medio. Las obras escritas para la corte

               real, algunas de ellas sin duda a instancias del rey en persona, son clásicos que

               abordan temas complejos y emociones intensas, pero todas ellas están al servicio

               de la casa real. Amenemhat I había explorado las posibilidades de la literatura
               propagandística ya a comienzos de su reinado, presentándose a sí mismo en la

               Profecía de Neferti como el salvador de Egipto y el paladín del orden cósmico
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