Page 245 - Auge y caída del antiguo Egipto
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propaganda real, destinada a describir al rey como un líder resuelto y decidido
frente a unos funcionarios cobardes y acomodaticios, probablemente contiene su
buena dosis de verdad. Los hicsos habían llevado a Egipto innovaciones
tecnológicas (sobre todo el uso del carro y el caballo), habían abierto el país al
comercio mediterráneo a gran escala y se habían mostrado tan adeptos a la buena
administración como los egipcios autóctonos. Sin duda, la opción más fácil
habría sido una política de coexistencia pacífica. Pero dicha opción resultaba
muy poco atractiva para un hombre y una dinastía que ambicionaban emular las
glorias del pasado. Para un tebano orgulloso de serlo, la ocupación extranjera de
cualquier parte de «la amada tierra» era una especie de anatema, y Kamose
expresó su determinación personal de la forma más clara posible: «Mi deseo —
les dijo a sus lugartenientes más próximos— es rescatar Egipto». 1
Sin embargo, para poder decir que Egipto había sido «rescatado», había que
solucionar los pequeños problemas de la persistente ocupación de los hicsos y la
creciente amenaza kushita. El soberano de Kush había reunido un ejército
formidable provisto de una notable caballería, y no perdería la oportunidad de
ampliar sus dominios. Las incursiones sobre Nejen realizadas una generación
antes habían enseñado a los tebanos una valiosa lección: asegurar su frontera sur
era un requisito previo esencial para combatir al enemigo del norte; superados en
número por los efectivos hicsos y dotados de una tecnología militar inferior,
apenas podían permitirse luchar en dos frentes al mismo tiempo. De manera que
en 1540, ya en su segundo año de reinado y tras varios meses de preparativos,
Kamose condujo sus fuerzas hacia el sur. Su misión inmediata era recuperar
Uauat y asegurarla frente a un posible ataque kushita, creando así una zona de
seguridad en el flanco sur de los tebanos. Avanzando a través de la escasamente
poblada franja del valle que se extendía al sur de Abu, parece ser que
encontraron poca o ninguna resistencia. Cuando llegaron al pie de la segunda
catarata, su objetivo apareció ante sus ojos: la fortaleza de Buhen. Después de
haber sido uno de los principales centros neurálgicos de la ocupación militar
egipcia durante una gran parte del Imperio Medio, en las décadas siguientes