Page 250 - Auge y caída del antiguo Egipto
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ataque, pero los tebanos, faltos de un líder, tampoco lo estaban. Lo único que
               estos  podían  hacer  era  quedarse  cruzados  de  brazos  y  dedicarse  a  realizar

               preparativos.





               VICTORIA A TODA COSTA


               Tras  una  década  de  inactividad  forzosa,  Egipto  bullía  de  impaciencia  cuando

               Ahmose llegó a la edad adulta, en 1529, y pasó a ocupar su lugar al frente del

               ejército. Por fin se podía dar comienzo al ataque final. El mejor relato sobre lo
               que sucedió entonces proviene de un hombre que no fue un mero testigo de los

               hechos, sino un participante activo en la batalla de Hutuaret. Ahmose, hijo de

               Abana, como su leal nombre sugiere, fue uno de los más entusiastas y devotos
               soldados de infantería del rey tebano. También su padre había servido antes que

               él  en  las  fuerzas  tebanas.  Criado  en la ciudad  de Nejeb, leal aliada  de Tebas,

               Ahmose, hijo de Abana, debió de mamar la lealtad a la causa tebana desde la

               más  tierna  infancia.  Siguió  la  carrera  militar,  alistándose  inicialmente  en  la
               infantería de marina, en el barco Toro Salvaje. Unos años después fue destinado

               a otro navío, el Nórdico, que formó parte de la flota del rey Ahmose en el primer

               asedio a la capital de los hicsos. Mientras el ejército tebano bloqueaba Hutuaret,
               evitando que los efectivos hicsos pudieran escapar, el rey dirigió su ejército en

               un avance cuidadosamente planificado a través del Egipto Medio, en dirección al

               vértice  del  delta.  Su  primer  objetivo  fue  tanto  estratégico  como,  a  la  vez,

               extremadamente  simbólico:  la  ciudad  de  Menfis,  capital  tradicional  de  Egipto
               desde  la  fundación  del  Estado.  Luego  se  atacó  otro  objetivo  no  menos

               significativo:  Iunu,  centro  del  culto  al  dios  solar  Ra.  También  esta  cayó  con

               aparente  facilidad.  Ahora  los  tebanos  podían  afirmar  que  eran  un  ejército
               nacional; un ejército que contaba con el respaldo del dios creador.

                  De  nuevo  en  Hutuaret,  Ahmose,  hijo  de  Abana,  fue  destinado  a  un  nuevo

               barco de guerra, llamado El que se alza en Menfis para celebrar la caída de la
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