Page 247 - Auge y caída del antiguo Egipto
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Su primer objetivo era la ciudad de Nefrusi, situada en pleno territorio hicso,

               justo al norte del centro administrativo regional de Jmun (la clásica Hermópolis

               Magna,  la  actual  El-Ashmunein).  Nefrusi  estaba  gobernada  por  un  egipcio
               llamado  Teti,  hijo  de  Pepy.  Si  las fuerzas de Kamose podían darle un castigo

               ejemplar,  otros  colaboradores  captarían  el  mensaje  y  se  pasarían  al  bando

               egipcio. Maniobrando hasta situarse en posición amparado en la oscuridad de la

               noche,  el  ejército  tebano  atacó  Nefrusi  con  las  primeras  luces  del  alba:  «Caí
               sobre  él  como  un  halcón  …  mis  soldados  eran  como  leones  capturando  su

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               presa».  Sin mostrar clemencia alguna, Kamose se limitó a observar mientras la
               ciudad era saqueada, tras lo cual ordenó que se la redujera a escombros. Una
               suerte similar aguardaba a los asentamientos de Hardai y Pershak unos días más

               tarde.  Con  varios  pueblos  y  ciudades  en  ruinas  por  todo  el  Egipto  Medio,  la

               hegemonía de los hicsos en la región había quedado destruida. El siguiente paso

               era Tebas.
                  Pero entonces un inesperado golpe de suerte proporcionó a Kamose una nueva

               arma  propagandística.  Aprovechando  la  larga  experiencia  y  el  dominio  de  las

               rutas del desierto por parte de los tebanos, perfeccionado en los días de la guerra
               civil,  Kamose  ordenó  que  una  serie  de  misiones  de  vigilancia  patrullaran

               regularmente las pistas que atravesaban el Desierto Occidental, manteniendo un

               discreto  control  de  las  idas  y  venidas  que  allí  se  producían  e  informando  de
               cualquier movimiento inusual. Por su parte, los hicsos también dependían de las

               rutas del desierto para su comercio con el reino de Kush (puede que Tebas fuera

               un territorio sometido, pero enviar cargamentos de oro nubio por el río a través
               del propio corazón de la resistencia era sencillamente demasiado arriesgado). De

               ahí que la carretera que unía Sako (la actual El-Qes), en el Egipto Medio, con la

               capital kushita de Kerma a través de los oasis del Desierto Occidental, estuviera

               especialmente  transitada  por  caravanas  comerciales  y  emisarios  diplomáticos
               que  circulaban  de  norte  a  sur  y  viceversa.  Uno  de  aquellos  emisarios  tuvo  la

               mala fortuna de ser interceptado por una de las patrullas de Kamose, justo al sur
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