Page 248 - Auge y caída del antiguo Egipto
P. 248

del oasis de Dyesdyes (la actual Bahariya). Es fácil imaginar el deleite de los
               tebanos cuando descubrieron que el mensajero llevaba una carta del rey hicso al

               nuevo  soberano  de  Kush.  Y  el  contenido  del  comunicado  resultaba  bastante

               explosivo:


                    De la mano del soberano de Hutuaret. Aauserra, el hijo de Ra Apepi, saluda al hijo del Soberano de
                  Kush.  ¿Cómo  has  ascendido  a  soberano  sin  hacérmelo  saber?  ¿Has  observado  lo  que  me  ha  hecho
                  Egipto? El soberano que hay allí, Kamose, … penetra en mi territorio aunque yo no le haya atacado como
                  has hecho tú. Ha elegido estas dos tierras a fin de afligirlas, a mi tierra y a la tuya, y las ha devastado. Ven
                  al norte, no te eches atrás. Mira, está aquí a mi alcance. En Egipto no hay nadie que pueda hacerte frente.
                                                                                               4
                  Mira, no le dejaré pasar hasta que llegues. Luego nos repartiremos las ciudades de Egipto.

                  Pese a su resentimiento por no haber sido informado de la sucesión al trono

               kushita, Apepi hacía una extraordinaria oferta a su aliado nubio: a cambio de su

               apoyo  militar,  estaría  dispuesto  a  compartir  Egipto  en  un  ejemplo  clásico  del
               «divide  y  vencerás».  Los  peores  temores  de  los  tebanos  estaban,  pues,  bien

               fundados. Si no actuaban, y pronto, Egipto se arriesgaba a la aniquilación total.

                  La  respuesta  de  Kamose  fue  inmediata  e  intuitiva.  En  lugar  de  matar  al
               infortunado  mensajero,  lo  envió de  regreso  a Hutuaret con  su propio  mensaje

               para  Apepi:  «No  te  dejaré  en  paz;  no  te  dejaré  caminar  sobre  la  tierra  sin

                                       5
               abatirme  sobre  ti».   Para  remachar  el  clavo,  se  ordenó  al  mensajero  que
               informara a Apepi de los recientes ataques de Kamose a los pueblos y ciudades

               del Egipto Medio. Las fuerzas tebanas no solo eran valientes y decididas, sino

               que estaban obteniendo victorias ante las mismas narices de los hicsos. Apepi

               había revelado fatalmente su debilidad al pedir apoyo a los kushitas. De repente,
               la perspectiva de un ataque tebano a la propia Hutuaret parecía más verosímil

               que nunca.

                  Si hemos de creernos el vívido relato personal que Kamose haría de la guerra,
               ciertamente  supo  aprovechar  su  ventaja  y  atacó  el  propio  centro  del  dominio

               hicso. Una vez llegado a las afueras de Hutuaret, se jactaría de haber bebido vino

               de los viñedos de Apepi, de haber cortado sus árboles, de haber violado a sus
   243   244   245   246   247   248   249   250   251   252   253