Page 303 - Auge y caída del antiguo Egipto
P. 303
que le atraía especialmente. Mientras permaneció en el palacio real de Cheni,
recibió lecciones del alcalde de la localidad, Min, que evidentemente no debía de
ser mal tirador. Para Min, el momento de su vida del que más orgulloso se
sentiría, y del que dejaría afectuosa constancia en su tumba, fue cuando sirvió de
guía al joven príncipe, aconsejándole: «Tensad vuestro arco hasta las orejas». 12
Para cuando llegó a la adolescencia, convertido ya en «un joven exquisito y
13
espabilado», Amenhotep era ya un arquero tan hábil que, al parecer, era capaz
de disparar una flecha que atravesara una sólida diana de cobre mientras
montaba en su carro (tendríamos buenas razones para desconfiar de este
fabuloso acto de fortaleza y habilidad reales de no ser por las abundantes
evidencias de las singulares dotes de Amenhotep con el arco y la flecha). Entre
sus posesiones más preciadas se contaba un arco de madera y cuerno ricamente
decorado, el mejor de su clase. Asimismo, en los monumentos del reinado de
Amenhotep, el tiro con arco se menciona o se representa con mayor frecuencia
que ninguna otra actividad, lo que constituye un claro indicio de que dicha
actividad tenía algo de obsesión regia. En una notable ocasión, ansioso por
demostrar la superioridad de sus dotes, desafió a los miembros de su séquito a
que lo derrotaran en una competición de tiro con arco afirmando: «Cualquiera
que perfore esta diana tan profundamente como la flecha de Su Majestad tendrá
14
estas cosas [el trofeo]». Este caso único de torneo deportivo entre un rey
supuestamente divino y sus mortales seguidores nos proporciona una vívida idea
del carácter competitivo de Amenhotep. Sus hazañas en este ámbito ayudaron a
crear el motivo del «rey deportista» como un elemento central de la ideología
real del Imperio Nuevo.
Otro de los pasatiempos favoritos de Amenhotep era la equitación. Los
caballos, desconocidos en el valle del Nilo hasta la invasión de los hicsos, habían
sido adoptados con rapidez por la clase dirigente egipcia a comienzos de la
XVIII Dinastía. En una época de faraones guerreros, la capacidad de montar a
caballo y de conducir un carro eran dotes vitales desde el punto de vista militar.
En sintonía con su habilidad general para los deportes, Amenhotep mostró ya