Page 304 - Auge y caída del antiguo Egipto
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desde la infancia una especial afinidad por los caballos:
Cuando todavía era un joven príncipe, amaba sus caballos y disfrutaba de ellos. Se mostraba resuelto
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para domarlos y entender su naturaleza, y hábil para controlarlos y aprender de ellos.
Cuando se le pidió que cuidara de algunos de los caballos de los establos
reales, los resultados hablaron por sí solos: «Crió caballos sin parangón». 16
Al convertirse en rey, Amenhotep no solo quiso subrayar sus dotes físicas,
sino también sus credenciales como dirigente militar. Estaba decidido a
demostrar que era un digno heredero y sucesor de su padre, el gran faraón
guerrero. Siguiendo los pasos de Thutmose III, dirigió dos grandes campañas en
Oriente Próximo. El objetivo de la primera era ampliar y consolidar las
posesiones imperiales egipcias, ganarse la lealtad de varios jefes todavía no
alineados y sofocar una revuelta en Tajsy (en el norte de Siria). Los
desafortunados rebeldes deberían haber aprendido de la historia reciente; Egipto
no estaba dispuesto a dejarse humillar en una etapa tan importante de su historia.
El ejército de Amenhotep no tardó en doblegar al enemigo y aplicar un castigo
predeciblemente terrible a sus cabecillas. Los siete jefes de Tajsy derrotados
fueron capturados y llevados a Egipto colgados cabeza abajo de los mástiles del
buque insignia de la armada real. Al llegar a Tebas, en un último acto de
humillación, seis de los rebeldes fueron colgados en las murallas de Ipetsut,
como ofrenda a los dioses egipcios y advertencia a posibles insurgentes,
mientras que el cuerpo del séptimo fue trasladado a Napata, en la Alta Nubia, la
avanzadilla más meridional del Imperio egipcio, para ser expuesto del mismo
modo. El cadáver, oscilante, hediondo y en descomposición bajo el sol del
desierto, serviría como potente y sombrío recordatorio a la población local de
cuál era el precio de la rebelión.
La primera campaña asiática de Amenhotep II no solo alcanzó sus objetivos
políticos y propagandísticos, sino que resultó a la vez inmensamente fructífera
en términos económicos, pues aumentó enormemente la riqueza de Egipto. El