Page 313 - Auge y caída del antiguo Egipto
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nuevo  templo  consagrado  a  Maat,  diosa  de  la  verdad  y  la  justicia.  Todos  los
               edificios fueron realzados asimismo con prodigiosas cantidades de las más finas

               esculturas.  De  hecho,  se  conservan  más  estatuas  de  Amenhotep  III  que  de

               ninguno de los anteriores reyes de Egipto, lo que constituye un testimonio de la
               febril actividad de los talleres reales durante todo su reinado.

                  Aun así, las construcciones de Amenhotep en Ipetsut casi pasan a un segundo

               plano  cuando  se  las  compara  con  su  principal  proyecto  en  Tebas:  un  templo

               funerario en la orilla occidental del Nilo. Iniciado a comienzos de su reinado y
               enormemente ampliado en posteriores fases de construcción, estaba destinado a

               convertirse en el mayor templo regio de toda la historia del antiguo Egipto. Hoy

               queda  poco  de  él  aparte  de  las  bases  de  las  columnas  —un  monumento  tan
               inmenso  resultaría  demasiado  tentador  como  suministro  de  material  de

               construcción  para  los  reyes  posteriores—,  pero  en  su  época  dejaba  pequeño

               incluso  al  gran  templo  de  Amón-Ra  en  Ipetsut.  Con  una  superficie  de  casi

               cuarenta  hectáreas,  el  complejo  tenía  una  envergadura  y  magnificencia  sin
               precedentes, rebosando de esculturas colosales por todas partes. Varias estatuas

               de  Amenhotep  III  representado  como  el  dios  Osiris,  de  casi  ocho  metros  de

               altura, destacaban entre las columnas de uno de los atrios. Otra parte del templo
               estaba dominada por una estatua sedente del rey con su gran esposa Tiye, que,

               con  sus  siete  metros  de  altura,  era  la  mayor  díada  jamás  esculpida  en  Egipto

               hasta  entonces;  y  en  las  inmediaciones  se  han  encontrado  fragmentos  de  dos
               colosos aún mayores. La puerta norte del templo estaba flanqueada por un par de

               figuras talladas en granito que representaban al rey caminando, mientras que a

               los lados de las avenidas procesionales se alineaban enormes esfinges y chacales.
               Estos ejes ceremoniales vinculaban los tres grandes atrios del templo, cada uno

               de los cuales tenía su propia puerta monumental custodiada por estatuas sedentes

               del rey aún más colosales. Las dos estatuas más orientales se alzan todavía hoy

               con  sus  casi  veinte  metros  de  altura,  flanqueadas  por  otras  estatuas  más
               diminutas  de  la  madre,  la  esposa  y  la  hija  de  Amenhotep,  y  resultan  visibles

               desde varios kilómetros de distancia (hoy se las conoce como los «colosos de
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