Page 315 - Auge y caída del antiguo Egipto
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notable de la política exterior de Amenhotep lo sugieren una serie de nombres de
               lugares inscritos en los pedestales de algunas estatuas de su templo funerario. El

               sistema de escritura jeroglífica se las veía y se las deseaba para incorporar los

               términos  extranjeros,  y  a  primera  vista  las  tortuosas  combinaciones  de  signos
               parecen  impenetrables:  i-am-ny-sha,  ka-t-u-na-y,  ka-in-yu-sh,  m-u-k-i-n-u,

               etcétera. Pero, tras un análisis más minucioso, los textos resultan ser una lista

               exhaustiva de los lugares más importantes del mundo griego en el siglo XIV a.C.:

               Amnisos,  Cidonia,  Cnosos  y  Micenas; también se enumera a  Festos y Lictos,

               Nauplión y la Tebas beocia, la isla de Citera y quizá incluso Ilión, la Troya de
               Homero.  El  orden  de  los  topónimos  sugiere  el  itinerario  de  una  misión

               diplomática  enviada  por  Amenhotep  III  a  las  principales  ciudades-Estado  del

               mundo  micénico.  El  rey  debió  de  tener  sus  buenas  razones  para  lanzar  tal
               amistosa  ofensiva:  las  redes  comerciales  micénicas  abastecían  a  Egipto  del

               precioso  cobalto,  utilizado  como  tinte  azul  oscuro  en  la  industria  vidriera,

               mientras que el plomo empleado para elaborar vidrio opaco y blanco procedía de
               la península de Laurión, en Grecia, situada dentro de la zona de influencia de

               Micenas. Pese a su xenofobia instintiva, Egipto no podía permitirse el lujo de

               ignorar a una fuerza económica emergente en el distante mar Egeo.
                  Más cerca de su territorio, la diplomacia representaba un instrumento esencial

               para mantener las conquistas imperiales egipcias en Oriente Próximo. Gracias a

               un descubrimiento extraordinario en el año 1887 de nuestra era, las relaciones

               entre Egipto, sus vasallos y las otras grandes potencias de la época han podido
               revelarse en toda su intrínseca complejidad. Las llamadas «cartas de Amarna»

               constituyen un archivo de correspondencia oficial encontrado entre las ruinas de

               la  «Casa  de  la  Correspondencia  del  Faraón»  (la  secretaría  del  Ministerio  de
               Exteriores  del  antiguo  Egipto).  Los  380  documentos  que  se  han  conservado

               adoptan la forma de tablillas de barro cocido; están redactados en la escritura

               cuneiforme de Mesopotamia y en la lengua babilonia propia de la diplomacia de

               la Edad del Bronce. Muchos de ellos datan de los últimos años del reinado de
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