Page 320 - Auge y caída del antiguo Egipto
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GLORIA AL REY RECIÉN NACIDO
Cuando el faraón se acercaba a su primer jubileo, después de treinta años en el
trono, su programa de autobombo entró en una nueva fase. Desde los albores de
la historia, la culminación de las celebraciones del jubileo de un rey había venido
marcada por la denominada Heb Sed, o festividad Sed, un antiguo rito que
simbolizaba el rejuvenecimiento del monarca y la renovación de su contrato con
los dioses. En la mente de Amenhotep, este asunto del rejuvenecimiento estaba
especialmente presente, de manera que decidió abordarlo de forma más
exhaustiva que ninguno de sus predecesores. Él no se conformaría con una
simple festividad excepcional, sino que, de acuerdo con su carácter, necesitaba
también un edificio monumental y un programa de esculturas reales para
garantizar su renacimiento por toda la eternidad. El emplazamiento que eligió
para su último proyecto de construcción masiva estaba situado en la orilla
oriental del Nilo, a casi cinco kilómetros al sur de Ipetsut, directamente enfrente
de su templo funerario. Hoy se halla en el centro de la moderna ciudad de Luxor.
A comienzos del reinado de Amenhotep, aquel era casi un terreno virgen,
honrado únicamente con un pequeño santuario de la época de Hatshepsut y
Thutmose III, construido como una «residencia del sur» para el Amón-Ra de
Ipetsut. Siguiendo las instrucciones del rey, los constructores de Amenhotep se
apresuraron a reconstruir el pequeño monumento de sus predecesores, añadiendo
un vasto atrio descubierto, rodeado por una doble hilera de columnas cuya forma
recordaba a los manojos de papiros. Este «atrio solar» reflejaba el creciente
énfasis del rey en el culto al sol —para el que un espacio abierto y sin techo
resultaba mucho más apropiado que un santuario tradicional cerrado—, y este
ordenó a sus arquitectos que añadieran una estructura similar a casi todos sus
templos distribuidos por todo Egipto. Su construcción en Luxor figura como una
de las más hermosas e impresionantes de entre todos los templos del antiguo
Egipto. Y eso era exactamente lo que el rey pretendía: