Page 325 - Auge y caída del antiguo Egipto
P. 325
de su primer jubileo en 1361, abrió nuevos horizontes a la monarquía egipcia.
Los reyes anteriores sin duda habían estado cerca de atribuirse la divinidad,
haciéndose representar con atributos casi divinos, pero siempre se había
mantenido una distinción (por más que sutil) entre el rey como encarnación
terrenal de Horus, por una parte, y el propio Horus, por otra; entre el «elegido de
Ra» y el propio Ra, autor de dicha «elección». Ningún rey hasta Amenhotep III
se había atrevido a manifestar de forma tan abierta e inequívoca su absoluta
transmutación en la deidad creadora. El último paso de este proceso cabe
buscarlo en la distante Nubia, en los límites meridionales del poder de la XVIII
Dinastía. Uno de los principales proyectos de construcción de Amenhotep
entrañaba la fundación de un nuevo templo en el interior de la fortaleza de
Jaemmaat (la actual Soleb), una estructura diseñada para proteger a la Nubia
controlada por Egipto de los territorios hostiles situados más allá. En sintonía
con las ambiciones solares del rey, el templo se construyó en la orilla oeste del
Nilo, de cara al sol naciente. Aunque en principio era solo una pequeña barca-
altar consagrada a su protector personal Amón, posteriormente fue ampliada con
la adición de dos atrios solares y una sala hipóstila, llenos de esculturas. Al
mismo tiempo, y coincidiendo con el trigésimo año de Amenhotep en el trono,
se modificó la consagración del templo para que rindiera culto a «Amón-Ra de
Ipetsut, que reside en la fortaleza de Jaemmaat», y a «Nebmaatra [el nombre de
trono de Amenhotep III], señor de Nubia». El rey de los dioses y el rey-dios
formaban, así, la pareja perfecta.
Los relieves del templo de Jaemmaat registran asimismo detalles del primer
jubileo del rey. Los antiguos ritos de la festividad Sed, con su énfasis en la
renovación y el rejuvenecimiento, ejercían un atractivo especial para
Amenhotep, y parece ser que este inició los preparativos para sus propias
ceremonias con varios años de antelación. Al parecer, la adición de atrios solares
a todos sus principales templos en Egipto y Nubia se emprendió en previsión de
su jubileo, presagiando la plena y definitiva asimilación del rey con el dios solar.
En cuanto a la preparación para la propia festividad, no se dejó piedra sin