Page 327 - Auge y caída del antiguo Egipto
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La ciudad ceremonial y el templo funerario se conectaron mediante una
calzada elevada, que se prologaba hacia el sur durante otros dos kilómetros y
medio, terminando en un punto solitario del desierto (la actual Kom el-Samak).
Allí, de acuerdo con la antigua costumbre, el rey aparecía entronizado sobre un
estrado elevado con dos escaleras paralelas, lo que simbolizaba su dominio sobre
el Alto y el Bajo Egipto. Y aún más allá, adentrándose profundamente en las
colinas tebanas, todavía pueden verse monumentos reales inacabados. Solo
podemos hacer conjeturas con respecto a qué era lo que Amenhotep tenía en
mente; parece que la imaginación del rey y sus consejeros no tenía límites.
La «deslumbrante esfera de todas las tierras» planeó un último efecto teatral
para rematar su gran festividad regia. Una ciudad ceremonial y un palacio de
ensueño en un paisaje sagrado no parecían suficientes para el jubileo definitivo.
Amenhotep recordó entonces el lago que veinte años atrás le había regalado a su
esposa Tiye, y en su mente se formó una idea. En un proyecto de construcción
no igualado por nada de lo que se había intentado hasta entonces —y eso en sí ya
decía mucho—, el rey ordenó la construcción de dos vastos puertos artificiales,
uno en cada orilla del Nilo. Medían cerca de ochocientos metros de largo por
cuatrocientos de ancho, y las enormes cantidades de tierra excavada del puerto
occidental fueron extendidas sobre la llanura circundante a fin de formar una
plataforma artificial para la construcción de la ciudad jubilar. Hoy, el puerto
occidental (Birket Habu) sobrevive todavía como una gran depresión delineada
por una serie de vertederos de escombros, y cuyas enormes dimensiones solo se
aprecian desde el aire. Por su parte, el puerto oriental ha desaparecido por
completo bajo el crecimiento incontrolado de la moderna ciudad de Luxor, pero
todavía resultaba claramente discernible cuando Napoleón visitó Egipto; y sin
duda este habría aprobado su propósito inicial: la idea de Amenhotep era crear el
escenario más espectacular imaginable para la ceremonia central de su jubileo.
La mañana de las principales celebraciones, se hizo entrar en palacio a los
cortesanos, los altos funcionarios, las amistades del rey y otros dignatarios. Allí,
el rey los colmó de regalos: collares de oro, ornamentos dorados en forma de