Page 332 - Auge y caída del antiguo Egipto
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y un mentón prominente; un cuello largo y nervudo, y una clavícula prominente,
               dominaban un torso estrecho en su parte superior, que contrastaba con un vientre

               distendido  y  unas  anchas  caderas;  por  último,  las  piernas,  rechonchas,

               terminaban  en  unas  delgadas  pantorrillas.  El  efecto  general,  especialmente
               cuando se multiplicaba una y otra vez a una escala colosal bajo la luz dura e

               inclinada del atrio descubierto, resultaba a la vez espantoso y surrealista. En una

               nueva  vuelta  de  tuerca,  las  estatuas  fueron  decoradas  en  puntos  estratégicos

               (cuello, brazos y antebrazos, cintura) con placas que llevaban un par de nombres
               reales; pero en lugar de identificar al rey, como cabría esperar, estas proclamaban

               la  recién  inventada  titulatura  de  Atón,  el  dios  favorito  del  monarca.  Bajo  el

               reinado de Amenhotep III, el rey se había convertido en la esfera solar; bajo el
               de  su  hijo,  la  esfera  solar  se  había  convertido  en  rey.  Amenhotep  IV  estaba

               declarando nada más y nada menos que una corregencia, con él mismo y el dios

               solar  como  soberanos  conjuntos.  En  los  abundantes  relieves  que  decoraron  el

               Gempaatón,  la  familia  del  rey  se  mostraría  invariablemente  en  presencia  de
               Atón, no representado ya como el tradicional hombre con cabeza de halcón, sino

               de  forma  abstracta,  como  una  esfera  solar  cuyos  rayos  terminaban  en  unas

               manos humanas, que acariciaban y daban vida a la familia real.
                  El objetivo último de todo el programa de construcción de Amenhotep IV en

               Gempaatón, como el de las construcciones de su padre en Malkata, era disponer

               de un grandioso escenario arquitectónico para la celebración de un jubileo real.
               Amenhotep IV celebró su propia festividad Sed en el tercer año de su reinado,

               manteniendo la frecuencia establecida por los jubileos de su padre. Al hacerlo

               así, estaba señalando claramente que el reinado de su progenitor, de hecho, no
               había  terminado.  Las  inscripciones  recalcaban  que  la  festividad  Sed  era  una

               celebración  dedicada  no  tanto  al  rey  como  al  propio  Atón.  Aquella  era  una

               evolución radical, pero completamente lógica, de la teología de Amenhotep III;

               el  antiguo  rey  se  había  convertido  en  la  esfera  solar,  y,  como  tal,  seguiría
               reinando  por  toda  la  eternidad,  repitiéndose  constantemente  los  jubileos

               patrocinados por el Estado y organizados para él por su hijo, Amenhotep IV. La
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