Page 392 - Auge y caída del antiguo Egipto
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iluminaban las estatuas del santuario, dándoles vida, lo cual debía de constituir
un efecto teatral asombroso. Pocos autócratas en toda la historia humana han
concebido una expresión más dramática de su culto a la personalidad.
Después de Ipetsut, Luxor y Abu Simbel, el siguiente proyecto de Ramsés en
importancia fue su templo funerario en la orilla occidental del Nilo, en Tebas. El
«Ramsés unido a Tebas» (hoy conocido como Ramesseum o Rameseo), que era
el monumento más ambicioso de su clase desde el reinado de Amenhotep III,
abarcaba una extensión de casi cinco hectáreas. De manera bastante descarada,
cada centímetro del templo fue cubierto con textos, relieves y estatuas
celebrando al rey. Tras la primera gran puerta de entrada, decorada con escenas
de la batalla de Qadesh, el primer atrio estaba dominado por una serie de
enormes pilares en toda la cara norte, cada uno de ellos con una gigantesca
estatua de Ramsés delante. Frente a ellos, en el lado sur, había un pórtico y una
balconada, donde el rey podía aparecer ante sus leales seguidores los días y
festividades señalados. Tras una segunda puerta, en la que aparecían más
relieves bélicos, había un segundo atrio, también decorado con estatuas colosales
de Ramsés. Pero incluso estas resultaban empequeñecidas por un inmenso
coloso de granito que antaño se alzaba junto a la segunda puerta, hasta que un
terremoto lo derribó todavía en tiempos antiguos. Sus restos dispersos, en los
que aparecía grabado el nombre de trono del rey, Usermaatra (que en griego
derivaría en Osimandias), inspirarían el poema homónimo de Shelley, la más
famosa crítica del poder absoluto en lengua inglesa.
El Ramesseum, quizá más que ningún otro monumento, era el paradigma del
estatus único de su dueño, no solo en los asuntos espirituales, sino también en
los temporales. Rodeando todas las paredes del templo, había inmensos
almacenes y graneros donde se guardaba una parte importante de la riqueza de
Egipto. Habrían hecho falta 350 barcadas (un cuarto de millón de sacos) de
cereal para llenar completamente los graneros, cantidad suficiente para sustentar
a los habitantes de una ciudad de tamaño medio (como Tebas) durante todo un
año. De hecho, el Ramesseum actuaba como una especie de «banco de reserva»