Page 402 - Auge y caída del antiguo Egipto
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fuentes egipcias, resulta evidente que en la época ramésida se había desarrollado
en dicho territorio una civilización avanzada, al menos en el litoral
norteafricano. Diversos objetos importados apuntan a la existencia de estrechos
vínculos comerciales a través del Mediterráneo con los micénicos, que unos dos
siglos antes habían desplazado a los minoicos como la principal potencia del
Egeo. Los barcos que atracaban en los puertos de la costa libia llevaban grandes
riquezas, potenciando la economía local y proporcionando a los jefes tribales
unos recursos sin precedentes. Gracias a su largo servicio como mercenarios en
el ejército egipcio, los libios habían aprendido asimismo algunas cosas sobre la
guerra moderna, como hacer uso del carro y manejar el arco con una
considerable destreza. Hacia la última parte del reinado de Ramsés II, los jefes
tribales libios habían reunido tanto los medios financieros como la tecnología
necesarios para enfrentarse a Egipto en igualdad de condiciones, y para el faraón
eso representaba una perspectiva sumamente desagradable.
La respuesta instintiva de Ramsés fue fortificar toda la frontera libia. Su
sistema defensivo comprendía una serie de fortalezas enormes, construidas a
intervalos de unos ochenta kilómetros a lo largo de los límites occidentales del
delta. Cada fuerte se hallaba a una distancia de un día de carro de la siguiente, y
a solo un par de días a caballo de Per-Ramsés. Las fortalezas no solo vigilaban
los accesos marítimos al delta, sino que además albergaban en sus recintos los
principales pozos de la zona, privando así de agua potable a cualquier potencial
fuerza hostil. Uno de los mayores fuertes incluso contaba con un templo,
destinado a inspirar a la guarnición para que realizara hazañas valerosas. En un
gesto típicamente ramésida, el templo se consagró al culto del rey divinizado.
Aquella «muralla occidental» del faraón cumplió su cometido durante un
tiempo, y mientras Ramsés ocupó el trono los libios fueron incapaces de
atravesar la línea defensiva. Sin embargo, después de su muerte y de la
inesperada sucesión por parte de su decimotercer hijo, Merenptah (sus doce
hermanos mayores habían muerto todos antes que su octogenario padre), los
impacientes jefes tribales vieron su oportunidad. En 1209, en el quinto año de