Page 407 - Auge y caída del antiguo Egipto
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                                                 Triunfo y tragedia










               EL REINO DESUNIDO


               En una monarquía absoluta, un reinado largo podía tener sus pros y sus contras.

               Mientras  que  una  sucesión  de  reyes  demasiado  rápida  podía  socavar  las
               pretensiones  de  divinidad  de  la  institución  y  debilitar  a  la  administración,  un

               período  prolongado  en  el  trono  planteaba  los  riesgos,  no  menores,  de  la

               decadencia y la atrofia. El extraordinariamente largo reinado de Ramsés II, de
               sesenta y siete años de duración, sin duda tuvo sus efectos positivos y sus efectos

               negativos en el gobierno de Egipto. En el lado de los pros, la determinación y el

               carisma del rey le permitieron restablecer la reputación de Egipto como potencia

               imperial,  mientras  que  la  plétora  de  monumentos  erigidos  durante  su  reinado
               testimonia la renovada confianza y prosperidad del país. En el de los contras, la

               longevidad de Ramsés, combinada con su extraordinaria fecundidad —engendró

               al  menos  quince  hijos  y  otras  tantas  hijas—,  darían  lugar  a  importantes

               problemas en la sucesión real en las siguientes décadas.
                  Aunque difícilmente cabía dudar del estatus de Merenptah como el mayor de

               los hijos supervivientes de Ramsés y, en consecuencia, su reinado (1213-1204)

               transcurrió  en  una  relativa  estabilidad,  en  cuanto  murió  aparecieron  toda  una
               serie de reales nietos reclamando el trono. Ramsés II se había mostrado decidido

               a restablecer un modelo de monarquía dinástico tras la azarosa sucesión de la

               época  posterior  a  Ajenatón,  y,  por  lo  tanto,  había  roto  con  varios  siglos  de
               tradición al otorgar a sus numerosos hijos puestos de influencia en el gobierno.

               Apenas  sorprende,  pues,  que  estos  pasaran  a  verse  a  sí  mismos  como
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