Page 433 - Auge y caída del antiguo Egipto
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numerosa hueste de reclutas, integrada por dos mil trabajadores civiles,
ochocientos mercenarios extranjeros y cinco mil soldados de las tropas
regulares. El uso del ejército en proyectos civiles durante los meses de invierno
era una medida pragmática: mantenía a los soldados ocupados y bajo la atenta
vigilancia de los consejeros del rey en una época en que no resultaba
conveniente hacer campañas (debido a la estación lluviosa en Oriente Próximo)
y en que, de otro modo, habrían tenido que permanecer ociosos. Los faraones
ramésidas sabían apreciar el poder coercitivo de un gran ejército permanente,
pero a la vez eran lo bastante prudentes como para reconocer los peligros
políticos de una fuerza militar con demasiado tiempo libre.
Extraer piedra era básicamente una ardua actividad manual, de manera que la
expedición de Ramsés IV incluía solo un pequeño contingente de trabajadores
cualificados (solo cuatro escultores y dos delineantes) para supervisar los
trabajos. En cambio, había cincuenta agentes y un subjefe de policía para
mantener vigilados a los trabajadores y evitar las deserciones. Una vez en el
frente de la cantera, los hombres sudaban y se deslomaban en un trabajo
agotador durante largas e interminables jornadas. Sus escasas raciones, llevadas
hasta allí en carros tirados por bueyes desde el valle del Nilo, consistían
principalmente en productos básicos, pan y cerveza, amenizados ocasionalmente
por un melindre o una porción de carne. Se diseñaron cisternas naturales
acanaladas en la roca a fin de que retuvieran el agua de lluvia para beber, pero en
el árido paisaje del Desierto Oriental la lluvia era algo que siempre escaseaba,
incluso en invierno. En la época de Ramsés II era un hecho rutinario que las
expediciones a las minas de oro perdieran la mitad de sus obreros y la mitad de
los burros destinados al transporte a causa de la sed. Seti I había tomado medidas
para reducir aquel alarmante número de bajas humanas y animales ordenando
que se excavaran pozos en el Desierto Oriental, pero la cifra de muertes en el
servicio de trabajo colectivo forzado seguía siendo obstinadamente elevada. De
ahí que la gran inscripción conmemorativa grabada para dejar constancia de la
expedición de Ramsés IV al Uadi Hammamat termine con una cruda estadística.