Page 447 - Auge y caída del antiguo Egipto
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la  economía  tebana,  haciéndose  cargo  de  los  graneros  de  los  templos.
               Amenhotep  difícilmente  podía  quejarse,  puesto  que  debía  su  restitución  al

               caudillo  nubio.  En  1087,  Panehesy  se  calificó  a  sí  mismo  de  «general  y

               supervisor de los graneros del faraón». Él, y no el sumo sacerdote de Amón, era
               ahora  el  gobernante  de  facto  del  Alto  Egipto.  Durante  un  tiempo,  el  virrey

               gobernó Tebas lealmente, en nombre del monarca. Pero Ramsés XI se mostraba

               cada  vez  más  preocupado  por  el  creciente  poder  de  su  subordinado.  Se  daba

               cuenta de que Tebas y el sur se le escapaban de las manos, y estaba decidido a
               reafirmar la autoridad real a toda costa. El imperio de Egipto ya no existía, sus

               fronteras eran permeables y la población pasaba hambre. Un faraón que ya no

               fuera capaz de preservar siquiera la integridad territorial del país no era digno de
               tal nombre, ni podía considerarse un auténtico Ramsés.

                  Desde  sus  mismos  orígenes,  los  ramésidas  habían  sido  una  dinastía  militar,

               adicta  al  personal  militar  y  a  las  soluciones  militares  para  gobernar  Egipto.

               Ahora, después de haber dado manga ancha a un general y de haber tenido que
               lamentarlo, Ramsés XI posiblemente se lo pensara dos veces antes de volver a

               hacer  algo  parecido.  Sin  embargo,  al  ver  que  sus  opciones  se  reducían  con

               rapidez, lo único que podía hacer era confiar en su instinto. Así pues, en 1082 el
               rey mandó llamar a uno de sus generales del norte, Pianj, y le ordenó marchar

               contra Panehesy y expulsar al advenedizo virrey de regreso a Nubia. El resultado

               fue una guerra civil.
                  Panehesy era demasiado buen estratega  para quedarse sentado esperando  el

               ataque  en  lugar  de  ir  al  encuentro  del  enemigo,  de  modo  que  reunió  a  las

               guarniciones tebanas y, con la ayuda de reclutas locales, marchó hacia el norte
               con su ejército para enfrentarse a las tropas de Pianj. Al principio, el avance del

               virrey  tuvo  un  éxito  considerable.  Tras  llegar  a  Hardai,  en  el  Egipto  Medio,

               arrasó y saqueó la ciudad. Por un momento pareció que el ejército del rey podía

               perder  la  guerra.  Pero  finalmente  prevaleció  la  superioridad  numérica  de  los
               efectivos  de  Pianj,  y  en  1080  Panehesy  había  sido  expulsado  de  Egipto.  El

               derrocado virrey de Kush volvió de nuevo al lugar que le correspondía, la lejana
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