Page 449 - Auge y caída del antiguo Egipto
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eficiencia implacable, gobernó Tebas con mano de hierro. Se esforzó en crear
               una red de partidarios influyentes, rodeándose de hombres y mujeres de talento.

               Una de ellas fue su esposa, Nodymet, una mujer de considerable determinación y

               autoridad personales. La primera medida de Pianj, tras imponer la ley marcial en
               Tebas, fue dirigir su ejército hacia Nubia en persecución del renegado Panehesy.

               Solo  asegurando  el  flanco  sur  frente  a  un  nuevo  ataque  podía  la  nueva  junta

               militar garantizar una seguridad duradera. Mientras Pianj estaba en campaña en

               Nubia, dejó el gobierno de Tebas en las capaces manos de su esposa. Ambos
               mantuvieron  regularmente  correspondencia  para  informarse  de  los  principales

               acontecimientos.  Hay  un  intercambio  epistolar  en  concreto  que  pone

               especialmente de manifiesto el lado oscuro del gobierno militar. En ausencia de
               Pianj,  en  Tebas  empezó  a  aumentar  el  malestar  con  respecto  al  régimen,  y

               Nodymet escribió a su esposo para avisarle de las sediciosas declaraciones que

               habían  hecho  dos  policías.  Hasta  las  fuerzas  de  la  ley  y  el  orden  estaban

               empezando a murmurar contra la junta. La respuesta de Pianj fue tan inequívoca
               como escalofriante:


                    Haz que lleven a esos dos policías a mi casa y descubre enseguida el alcance de sus palabras; luego haz
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                  que los maten y los arrojen al agua por la noche.


                  Un  interrogatorio  seguido  de  «desaparición»;  el  clásico  destino  de  los
               disidentes bajo un régimen militar.

                  Los asesinatos políticos no eran las únicas actividades turbias propiciadas por

               Pianj en su empeño de conservar el poder. En otra carta enviada desde el frente

               nubio, ordenaba a dos de sus secuaces tebanos, Butehamón y Kar, que realizaran
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               cierta «tarea en la que no habéis participado nunca antes».  Los eufemísticos
               términos de la frase habían sido cuidadosamente elegidos, puesto que la tarea en

               cuestión no era otra que un robo de tumbas patrocinado por el Estado. La guerra
               contra Panehesy no mostraba visos de una resolución rápida, y Pianj necesitaba

               desesperadamente fondos para financiar sus operaciones militares y reforzar su
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