Page 448 - Auge y caída del antiguo Egipto
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Nubia.
Puede que el conflicto le permitiera a Ramsés XI salvar las apariencias, pero
para Tebas fue un desastre. La merma de los efectivos de las guarniciones
locales y el reclutamiento de hombres en edad de combatir produjeron un vacío
de seguridad en toda la ciudad. Tuvo lugar entonces un saqueo generalizado de
templos y tumbas que no pudo ser controlado durante varios meses. Por segunda
vez, la tumba de Ramsés VI fue uno de los objetivos, especialmente sus
sarcófagos. Y lo que fue aún peor: en su retirada, el ejército de Panehesy practicó
una política de tierra quemada, causando estragos en diversos monumentos en
una orgía de destrucción. Cuando finalmente las aguas volvieron a su cauce, el
propio faraón viajó a Tebas —en una de sus raras salidas de su residencia en el
delta— para comprobar por sí mismo el alcance de los daños. El panorama era
profundamente deprimente; desde los oscuros tiempos de la primera guerra civil
del país, mil años antes, los egipcios no se habían infligido unos a otros tal grado
de devastación.
En un vano intento de dar marcha atrás y empezar de nuevo, Ramsés declaró
el comienzo de una nueva era. El decimonoveno año de su reinado debía ser
considerado, el primero del renacimiento, y los años posteriores seguirían la
nueva nomenclatura. Pero eso no consiguió engañar a nadie, y menos a Pianj, ya
que él, y no Ramsés, era el indudable vencedor en la lucha contra Panehesy. Para
que quedara claro, Pianj se apropió de los títulos y dignidades del virrey,
seguidos a continuación por los del sumo sacerdote. General, supervisor de los
graneros y sumo sacerdote de Amón; la autoridad militar, económica y religiosa
se concentraba en una misma persona. La «restauración» de la autoridad
faraónica en Tebas se había convertido en otro golpe militar más, salvo por el
hecho de que ahora Pianj había tomado buena nota de las lecciones de la
historia: mientras que el antiguo virrey había disfrutado solo de un breve período
de poder absoluto, el régimen de Pianj estaba destinado a superar la prueba del
tiempo.
Pianj, que era un militar de la cabeza a los pies, brusco, decidido y de una