Page 456 - Auge y caída del antiguo Egipto
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rechazados en la zona occidental del delta simplemente se dirigieron hacia el sur
               para infiltrarse en el valle del Nilo en el Alto Egipto. Los frecuentes ataques a

               Tebas  ocurridos  a  finales  del  período  ramésida  pusieron  de  manifiesto  su

               determinación y perseverancia. También Ramsés III se había jactado de obligar a
               miles de prisioneros libios a «cruzar el río para traerlos a Egipto», donde se les

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               instaló en campos fortificados («las fortalezas del rey victorioso»)  bautizados
               con el nombre del faraón, imponiéndoles a la fuerza la cultura egipcia: «Él hace

               desaparecer su habla y cambia sus lenguas, para que emprendan un camino que
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               no han recorrido antes».  Sin embargo, a menudo dicha integración había sido
               únicamente superficial, y las importantes concentraciones de libios presentes en

               torno a la entrada del Fayum y en las lindes de la parte occidental del delta se
               habían  aferrado  resueltamente  a  su  identidad  étnica,  formando  comunidades

               claramente diferenciadas dentro de la población local egipcia. Durante el reinado

               de  Ramsés  V,  un  censo  del  Egipto  Medio  sacó  a  la  luz  la  existencia  de  una

               proporción  sustancial  de  personas  con  nombres  extranjeros.  Por  entonces  los
               libios  estaban  ya  bien  aposentados.  Una  generación  más  tarde,  una  bulliciosa

               comunidad  que  se  había  establecido  en  la  parte  central  del  delta,  cerca  de  la

               población  de  Per-Hebet  (la  actual  Behbeit  el-Hagar),  causaba  especial
               preocupación  entre  las  autoridades  egipcias.  En  el  transcurso  del  período

               ramésida,  Egipto  se  había  convertido  involuntariamente  en  un  país  con  dos

               culturas,  en  el  que  una  amplia  minoría  étnica  hacía  notar  cada  vez  más  su
               presencia.

                  De  todas  las  instituciones  del  país,  el  ejército  era  el  que  más  intensamente

               había sentido el impacto de la inmigración libia. El ejército egipcio tenía una
               larga  y  gloriosa  tradición  en  el  empleo  de  mercenarios  extranjeros,  y,  en

               consecuencia,  esta  opción  profesional  se  había  convertido  en  algo  natural,  y

               popular,  para  muchos  colonos  libios.  Ya  fuera  formando  parte  de  remotas

               guarniciones en el desierto o luchando en campaña, los soldados libios habían
               servido con lealtad y distinción a su país de adopción durante toda la segunda

               mitad  de  la  XX  Dinastía.  Además,  algunos  de  los  soldados  libios  más
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