Page 459 - Auge y caída del antiguo Egipto
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después de haber asimilado la lengua escrita de sus anfitriones egipcios
perdieron un ápice de su tendencia a celebrar sus largas sucesiones de ancestros.
Así, por ejemplo, cierto sacerdote de Iunu tenía un monumento grabado con los
nombres de trece generaciones de antepasados suyos que se remontaban a tres
siglos atrás, pese al hecho de que la familia llevaba establecida en la misma
ciudad egipcia y ostentando el mismo cargo solo durante once de dichas
generaciones.
Otro vestigio del pasado nómada de los libios era su relativa falta de interés
por la muerte y el más allá. Sus antepasados, que eran pastores, estaban
acostumbrados a enterrar a sus muertos donde y cuando caían, sin apenas
preparativos ni complicaciones. El antiguo Egipto, en cambio, siempre se había
mostrado puntilloso respecto a las provisiones mortuorias. Pero los nuevos
gobernantes libios del país se mantuvieron fieles a sus propios instintos
culturales y mostraron una despreocupación en su forma de encarar el más allá
que a sus anfitriones egipcios debió de parecerles realmente escandalosa.
Evitaron los entierros individuales, que consideraban un derroche de recursos, en
favor de panteones familiares comunes sin apenas decoración. Incluso los
faraones libios se contentaron con ser enterrados junto a sus parientes, en
modestas tumbas de piedra construidas utilizando cualesquiera bloques que
tuvieran a mano. A menudo, el ajuar funerario se sustraía de otras tumbas
cercanas, como si equipar al difunto para la eternidad fuera una fastidiosa tarea
que tuviera que llevarse a cabo de la forma más rápida y barata posible.
La construcción de espléndidos sepulcros reales en el Valle de los Reyes, y de
templos mortuorios no menos magníficos en la llanura tebana, se interrumpió
bruscamente para no volver a reanudarse jamás. Las tumbas perdieron su
especial papel de lugar de encuentro entre los vivos y los muertos, entre lo
mortal y lo divino. Pasaron a ser poco más que hoyos en el suelo donde enterrar
los cadáveres.
Si la actitud de los libios ante la muerte influyó en la cultura faraónica, su
forma preferida de gobierno tuvo un efecto igualmente marcado en el devenir de