Page 464 - Auge y caída del antiguo Egipto
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en su tumba da pie a pensar en él como el segundo de a bordo. La cantidad de
               oro colocado en torno a su cuerpo revelaba su elevado estatus: varias magníficas

               tazas de oro, incluida una en forma de flor en cuyos pétalos se alternan el oro y

               el  electrum;  un  «escarabajo  del  corazón»  ensartado  en  una  cadena  de  oro;
               adornos  pectorales  de  oro;  estatuillas  de  oro  de  deidades;  una  impresionante

               figurilla del dios Ptah hecha de lapislázuli, que contenía un relicario de oro, y

               una serie de anillos de oro, uno de ellos robado de la tumba de Ramsés IX.

                  Este último objeto nos da una pista acerca del origen de tanta riqueza, ya que
               los  reyes  de  Dyanet  y  sus  leales  lugartenientes  —así  como  el  resto  de  los

               habitantes de su ciudad— obtenían sus objetos funerarios no del comercio o la

               conquista, sino del reciclamiento y el robo descarado. Con todo, para entender
               hasta qué punto se había rebajado la monarquía egipcia, hemos de dirigir nuestra

               mirada hacia el sur, a Tebas.

                  A  diferencia  del  delta,  con  sus  concentraciones  de  colonos  libios  y  su

               tendencia  a  la  descentralización,  el  Alto  Egipto  presentaba  un  panorama  muy
               distinto. Étnicamente mucho más homogéneo, con una abrumadora mayoría de

               la población formada por egipcios de nacimiento, también la geografía del valle

               del Nilo se prestaba a la cohesión política. Tebas seguía siendo la ciudad más
               grande e importante; quienquiera que gobernara Tebas, gobernaba el valle. Así

               pues, para el Alto Egipto en general, la desintegración del Estado del Imperio

               Nuevo  supuso  no  la  autonomía  local,  sino  otra  larga  época  de  dominación
               tebana.

                  Pese a su carácter profundamente egipcio, Tebas también había sucumbido a

               la influencia libia durante «la era de renacimiento» del reinado de Ramsés XI,
               debido a la presencia de soldados libios en lo más alto del escalafón del ejército

               egipcio. Y había sido precisamente bajo la junta militar encabezada por Pianj

               cuando se había iniciado el robo de objetos valiosos de las tumbas reales con el

               patrocinio del Estado. Estando de campaña en Nubia, Pianj envió una carta a
               Tebas ordenando al escriba de la necrópolis, Butehamón, y a su ayudante, Kar,

               «descubrir una tumba entre las de los ancestros y preservar su sello hasta que yo
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