Page 466 - Auge y caída del antiguo Egipto
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Aparte del pillaje, el trabajo exploratorio de Butehamón en el Valle de los
Reyes tenía un segundo objetivo: identificar un depósito permanente para los
cadáveres reales a los que tan burdamente se había sacado de su lugar de reposo.
Finalmente, se identificó la tumba de Amenhotep II (situada junto a la de
Horemheb) como el sitio ideal. Un fatídico día, en torno al año 1050, los restos
sagrados de los divinos monarcas de Egipto fueron reunidos sin más ceremonia y
arrojados de cualquier manera a una de las cámaras de la tumba. De ese modo, el
gran Amenhotep III terminó en un ataúd grabado para Ramsés III, cubierto a su
vez con una tapa que no encajaba, fabricada para Seti II. Merenptah acabó
reposando en el ataúd de Sethnajt, mientras que su sarcófago fue enviado al
norte, a Dyanet, para ser utilizado en la tumba del nuevo gobernante libio de
Egipto (Pasebajaenniut I). En este impío revoltijo, el majestuoso Thutmose IV
acabó yaciendo codo con codo con el rey niño Siptah, y los restos del aguerrido
militar Sethnajt con la momia, picada por la viruela, de Ramsés V. Aquello
representaba una profanación de todo lo que el antiguo Egipto había santificado.
Un grupo aún más ilustre de ancestros reales—entre ellos los vencedores de los
hicsos, Ahhotep y Ahmose; los fundadores del poblado de los trabajadores,
Ahmose Nefertari y Amenhotep I, y los más grandes de todos los faraones
guerreros, Thutmose III, Seti I, Ramsés II y Ramsés III— fueron amontonados
en un segundo escondrijo, en la tumba de una reina de la XVII Dinastía, a la
espera de un lugar de reposo más seguro y permanente.
El resultado de todo este expolio, oficialmente presentado como
«restauración», fue el de proporcionar a los comandantes del ejército y a los
sumos sacerdotes de Amón que gobernaban Tebas unas riquezas que superaban
con mucho sus anhelos más descabellados. Parte del botín se enviaba al norte, a
sus promotores oficiales de Dyanet, para ser enterrado junto con Pasebajaenniut
I y su leal lugarteniente Uendyebaendyedet (de hecho, es posible que el
«cortesano principal» favorito que terminó rodeado de tanto oro fuera el agente
del rey en Tebas, encargado de supervisar el pillaje de las tumbas reales en
nombre de su amo). Sin embargo, por cada anillo o adorno pectoral de oro que