Page 463 - Auge y caída del antiguo Egipto
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tradiciones de la monarquía egipcia.
                  En la cima de una gran colina arenosa, donde en el período ramésida se había

               creado un cementerio para los lugareños pobres, Pasebajaenniut erigió la obra

               central  de  su  «Tebas  del  norte»,  una  serie  de  templos  consagrados  a  la  tríada
               tebana  de  Amón-Ra,  Mut  y  Jonsu. Para subrayar la santidad del complejo, lo

               mandó  rodear  de  un  gran  muro  de  ladrillo  (en  egipcio  antiguo,  sagrado  y

               separado eran la misma palabra) y destinó una zona del recinto del templo a la

               necrópolis real de su dinastía. Al igual que la combinación de templos divinos y
               tumbas  reales  había  hecho  sagrada  a  Tebas,  lo  mismo  ocurriría  con  Dyanet.

               Según  los  estándares  arquitectónicos  del  Imperio  Nuevo,  los  reales  sepulcros

               libios de Dyanet resultan bastante deslucidos: cámaras pequeñas e irregulares,
               construidas  con  bloques  reutilizados  y  toscamente  tallados,  sin  apenas

               ornamento o decoración. Pero lo que a la tumba de Pasebajaenniut le faltaba en

               cuanto  a  esplendor,  lo  compensaría  con  creces  su  riqueza.  Dentro  de  un  gran

               arcón de granito —robado, irónicamente, de la tumba tebana de Merenptah, el
               azote de los libios—, la momia del rey yacería sobre una capa de plata, dentro de

               un  ataúd  de  plata,  y  con  la  cara  cubierta  con  una  máscara  de  oro  batido.

               Alrededor del cuerpo se colocarían otros tesoros fastuosos: brazaletes y adornos
               pectorales taraceados, un grueso collar hecho con cuentas de lapislázuli, cuencos

               de plata y oro, y un cetro de oro. Hasta los dedos de las manos y de los pies del

               rey serían recubiertos uno a uno por láminas de oro.
                  Sin embargo, toda esa opulencia dorada no se utilizaba para diferenciar al rey

               de  sus  súbditos,  como  había  sucedido  en  períodos  anteriores;  al  hombre  que

               compartiría el lugar del último reposo con Pasebajaenniut se le proporcionaría
               un ajuar igualmente suntuoso. En otro signo característico de los tiempos (y del

               feudalismo del gobierno libio), este no sería siquiera un príncipe de sangre real,

               sino simplemente uno de los principales cortesanos del rey. Uendyebaendyedet

               era un general y líder militar como muchos de su clase, y en Dyanet ostentó el
               cargo  religioso  de  «alto  administrador  de  Jonsu».  Como  tal,  es  posible  que

               actuara como representante del rey en los ritos cotidianos del templo. Pero nada
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