Page 218 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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do chorros de vino, bien con fuertes bocanadas, bien desde una taza con asa mane­
        jada únicamente con el dedo índice de la mano derecha, que se introducía en la mis­
         ma. El nombre de la taza (kóttabis) acabó por dar nombre al juego.
            El lanzamiento podía hacerse tanto de pie (regla siciliana) como reclinado en el
        lecho del banquete (regla ática). Al vencedor se le concedía un premio que dependía
        de las posibilidades del organizador de la fiesta o, según algunos imaginativos auto­
        res, en la entrega de la más hermosa cortesana que se hallase presente en el party o
        (según los gustos) en la de un gracioso muchacho.
            Representaciones del kóttabos —juego descrito, en parte, en el Libro XV, 655-669,
         de los Dehipnosophistai de Ateneo— pueden verse en un sarcófago de Tarquinia (hoy
        en Florencia), del siglo rv a.C., conectado con una escena de heroización o diviniza­
        ción, así como en dos tumbas de la misma localidad: en la Tomba Cardareüi, de fina­
        les del siglo vi a.C., y en la TombaQuerciola I, del 450 a.C. Por otro lado, se han loca­
        lizado muchos kóttaboi de bronce, fechados en los siglos m y π a.C., uno de ellos, por
        ejemplo, en el Hipogeo de los  Volumni de Perugia, estudiado hace años por A. von
        Gerkan y F. Messer-Schmidt.
            Se sabe que este tipo de juego perduró hasta el siglo π de nuestra era.


         Otros juegos

            Aún se tiene noticias de otros juegos, entre ellos —si así se interpreta un friso
        de juegos sobre un ánfora etrusca de finales del siglo vi a.C., hoy en el British Mu­
        seum—, la cucaña, consistente en trepar hasta el vértice de un largo palo, en donde
        se hallaría el premio, y el de las danzarinas con candelabro. En este último juego, el
        participante  debía  lanzar unas  anillas  y  colocarlas  sobre  el  asta  de  un  candelabro
         (thymiatérion) que una danzarina sostenía con sus dos manos en equilibrio sobre su
        cabeza, tal como puede verse en una pintura de la  Tomba dei Giocolieri de Tarquinia,
        de finales del siglo vi a.C., y en la  Tomba della Scimmia de Chiusi. Para la estudio­
        sa W. Lehman, se tratarían de unos pequeños discos con los que el jugador debía gol­
        pear la cima del thymiatérion.


        Pr e o c u p a c io n e s  sanitarias y  m é d ic a s

            Los etruscos vigilaron su salud, si se aceptan las referencias, tanto directas como
        indirectas, de algunos autores griegos y latinos (Hesíodo, Esquilo, Horacio, Teofras-
        to, Diodoro de Sicilia, Plinio el Viejo, Varrón, Marciano Capella), quienes indicaron
        que la medicina y la farmacopea eran practicadas usualmente en Etruria.
            Se sabe que tuvieron especial cuidado por la higiene pública, para lo cual se preo­
        cuparon,  ante todo,  en hacer habitables las zonas pantanosas,  existentes en sus tie­
        rras,  desecando  las  charcas  infectadas,  que  originaban  un paludismo  endémico,
        mediante la excavación de  adecuados  canales  de  desagüe, recordados por Plinio  el
        Viejo (Nat. Hist., III,  16).
            Aunque muchas zonas etruscas fueron aptas para ser habitadas, dada su situación
        geográfica y sus aguas de fácil escorrentía, otras —sobre todo las llanuras y casi todas
        las costas— fueron prácticamente inhabitables. Sidonio Apolinar, escritor latino del
        siglo v, yerno del emperador romano Avito,  definió a Etruria en sus Epistulae (I,  5)


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